190 CHICOS DE EMPALME NO VAN A LA ESCUELA POR FALTA DE CUPO
Miguel Angel Gómez tiene 6 años y debería haber empezado primer grado, pero todavía no pudo hacerlo. Aunque su mamá intentó anotarlo en las escuelas públicas de su barrio, Empalme Graneros, en ambas encontró la misma respuesta: “No hay lugar”. A sus hermanitas Mariela, de 9 años, y Estela, de 11, les pasó lo mismo. Durante 2005 vivieron en Chaco y este año, cuando quisieron volver al colegio, tampoco encontraron banco. Con distintos matices, la historia de Miguel, Mariela y Estela se repite por decenas en la zona noroeste de la ciudad. En las dos escuelas de Empalme -la Nº1.319 José Ortolani y la Nº456 Carlos Pellegrini- quedaron unos 190 pibes inscriptos en lista de espera, ya que se encuentran “atestadas” de alumnos.
Esta semana, directivos y docentes de los dos establecimientos comenzaron a reunirse con los papás de los chicos para intentar encontrar una solución al problema. Una de las alternativas que se barajan es solicitar al Ministerio de Educación la apertura de un anexo en unas aulas premoldeadas que la escuela Nº1.319 tiene en desuso desde el año 92, cuando se construyó el nuevo edificio escolar.
“Esta será sólo una solución de emergencia. Porque estos chicos tienen que estar en la escuela, no podemos dejarlos esperando”, advirtió una de las docentes que participó del encuentro. Los papás compartieron el reclamo: “Mis chicos leen, tratan de estudiar, pero se aburren en casa y quieren venir a la escuela”, aseguró Nilda Echegaray, una mamá que busca un banco para sus dos hijos.
El problema no es nuevo. Desde hace tres años, los docentes de ambos establecimientos vienen advirtiendo al Ministerio de Educación sobre la necesidad de abrir una nueva escuela en la zona, debido al aumento de la población en los asentamientos que se encuentran en los límites de Empalme. Es más, en junio del año pasado la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de comunicación apoyando el reclamo de los maestros (ver aparte).
Sin embargo, y a pesar de que la población de Empalme sigue creciendo sobre todo en los asentamientos que reciben gran población migrante, en las escuelas nada cambió.
AULAS AL LÍMITE
Actualmente, a la Carlos Pellegrini (La República 2550) asisten unos 1.200 chicos. Hay siete divisiones sólo para el primer grado y todos los salones están “al límite de su capacidad física”, según advierten los maestros, y apuntan que hasta hay cursos dando clases en un aula dividida por tabiques e inclusive en una pieza que tradicionalmente usaban los porteros como pequeño depósito.
La situación de la José Ortolani (Cullen y Génova) es similar. Al establecimiento concurren unos mil chicos. Y cada una de las cuatro divisiones de primer año tiene más de 30 alumnos. Un número más que abultado teniendo en cuenta las características de su comunidad educativa, donde en un primer grado conviven chicos de 6 años con otros de 8 y hasta 10 años.
Aun así, entre las dos escuelas suman unos 190 chicos anotados que quedaron en lista de espera y el número es mucho más alto “si se suma la cantidad de niños sin escolaridad que hay en la zona”, comentan las maestras. Un dato que corroboraron en un censo realizado hace tres años que arrojó que alrededor de 600 chicos que viven en los asentamientos precarios de la zona no asisten a ninguna institución educativa.
SOLUCIONES DE EMERGENCIA
Frente a esta realidad, los directivos de ambos establecimientos proponen que la provincia autorice el funcionamiento de un anexo de la escuela Nº1.319, en unas aulas premoldeadas que se encuentran en terrenos adyacentes al colegio. Se trata de los ocho salones donde comenzó a funcionar la escuela y que están en desuso desde el 92, cuando se construyó el nuevo edificio escolar.
“Esta es una solución de emergencia que permitirá dar una respuesta rápida a los chicos que no están asistiendo a clase hasta tanto se pueda proyectar la construcción de una nueva escuela”, señalan los docentes. Los salones no están en malas condiciones, ya que actualmente los utiliza una congregación de monjas franciscanas que mantienen un comedor y dan apoyo escolar a los chicos.
Para los maestros “es lo único que se puede hacer”, ya que desde hace tiempo las dos escuelas del barrio “están superpobladas y es imposible que ingrese un solo chico más”.
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