Alto grado de prevalencia de bullying en Rafaela
El esfuerzo, la preocupación y la principal misión que tenemos los padres es posibilitar un estado de bienestar para nuestros hijos. En ese sentido sus alegrías son la felicidad plena para nosotros y sus tristezas dagas que muchas veces no llegamos a asimilar.
Este siglo XXI, problemático y febril tanto como el anterior, nos entrega desafíos traicioneros, crudos y hasta miserables para sortear. Uno de ellos radica en el colegio mismo, donde siempre se tejieron historias de grupos y clanes, de pertenencias y afinidades, pero con el grado de virulencia alcanzada por la sociedad moderna llega a tomar ribetes inimaginados.
Un reflejo de estos límites que se cruzan es el bullying, un fenómeno mundial del que no se habla lo suficiente y menos aún en Rafaela.
No obstante en la ciudad un grupo de profesionales e instituciones están trabajando arduamente en el tema, en este caso en una investigación sobre el acoso escolar en el ciclo básico de la Educación Secundaria de nuestra ciudad. La misma es producto de la vinculación y colaboración entre la Secretaría de Educación y el Instituto de Capacitación y Estudios para el Desarrollo Local de la Municipalidad de Rafaela, y la cátedra de Psicología Educacional de la Licenciatura en Psicología de la Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales (UCES), sede Rafaela.
La Psicóloga Silvana Best está al frente del trabajo y coordina la labor de otras dos profesoras de Psicología Educacional de UCES, cuatro egresados y 10 estudiantes de grado de la misma institución. En definitiva aportes de la Municipalidad, directivos, profesores y alumnos en busca de soluciones.
Dialogamos con Silvana Best sobre este problema escolar y en primer término nos aclaró sobre el término bullying: “Cuando hablamos de acoso lo asociamos a un acoso físico directo. Pero también hay otros tipos de maltrato que quedan incluidos en la categoría del bullying o acoso escolar; como el bullying indirecto que es excluir a alguien, no dejarlo participar; el bullying o acoso verbal, que va desde las burlas hasta esparcir rumores respecto de alguien o el insulto directo; también el acoso físico indirecto que incluye conductas de daños hacia pertenencias.”
El grupo de trabajo está abocado a la confección del informe final, para luego bajar las informaciones a la comunidad rafaelina. No obstante previamente se realizó una prueba piloto, en la que se expresaron, según pudimos averiguar, cifras y comportamientos que serán expresados en las conclusiones de la investigación global.
Un problema también rafaelino
Esta prueba piloto se basó en una investigación de España, con las adaptaciones del caso para nuestro país. La profesional explicó que “detectamos una alta prevalencia con un número total de 31% de alumnos de primero y segundo año de dos escuelas que constituyeron la muestra. Tomamos una escuela de zona céntrica con una población de alumnos provenientes de ambientes socioculturales entre medios y medios bajos y una escuela de la periferia con alumnos cuyas características tienen que ver con una proveniencia sociocultural de ambientes bajos o medios bajos. Las tomamos como representativas y estamos viendo que hay una correspondencia alta con lo que nos mostró la prueba piloto.”
El término “prevalencia” incluye tanto a los jóvenes que son víctimas, aquellos que declaran cometer estas acciones y aquellos que las observan desde el lugar de testigos, que son los tres roles que se reconocen en la dinámica de bullying. Al respecto Silvana aclaró que es “una prevalencia alta. Los números que se manejan en países de occidente van del 10% al 15 o 20%”.
Consultamos a Silvana sobre los ámbitos sociales en que se observa con mayor frecuencia este fenómeno y nos aclaró que “trabajamos con colegio de distintas características pero todos de gestión pública. De todos modos hay muchas investigaciones en otros países que han ido detectando, y acá en Argentina el Observatorio de Violencia en las Escuelas también, que no hay diferencias si la gestión del colegio es pública o es privada. Incluso se observa como un patrón de mayor incremento de gestión privada.”
Respecto de las edades en las que el problema se acentúa expresó que “en la educación primaria se da con mayor frecuencia en el segundo ciclo, a partir de 4° grado, logrando mayores índices cuando están en 6°. En educación secundaria es en primero y segundo año donde están los índices más elevados. Luego cuando pasan a un segundo ciclo decrecen. Hay algunos investigadores que están trabajando con qué sucede en el nivel inicial, donde también empiezan a encontrar que se dan situaciones de acoso. No aparece tanto la repetición en el tiempo, pero cuando el grupo de pares se empieza a configurar y empiezan a distribuir los roles que cada uno va a asumir, pueden empezar así a configurarse estas dinámicas de relación interpersonal en donde el dominio del otro ocupa el primer plano en lugar de la colaboración y del acuerdo.”
¿Cómo detectarlo?
Una de las dudas que tenemos como padres es encontrar una instancia que nos permita reconocer situaciones de acoso escolar, que sufran o que generen nuestros hijos. Le preguntamos a Silvana por herramientas que nos permitan detectar este problema y fue concreta: “Es importante la comunicación con nuestros hijos, estar atentos a cómo regresan de la escuela, conversar con ellos, cómo la han pasado, abrir el diálogo. Esto para poder generar espacios donde si nuestro hijo está viviendo alguna situación de acoso pueda compartirlo con nosotros. En la víctima de acoso escolar, igual que en víctimas de cualquier otra situación de acoso, aparece la culpa y la vergüenza por no ser aceptado o querido por sus pares. Es víctima que se siente avergonzada no suele compartir eso que le sucede. Es importante tener con ellos un vínculo de confianza y buena comunicación.”
Además agregó que “tenemos que ver que no haya cambios significativos en la conducta y en las actitudes de nuestros hijos. Tenemos que estar atentos a algún cambio que rompe lo cotidiano, síntomas por ejemplo de ´me duele la cabeza´, ´me duele el estómago´, ´no tengo ganas de ir a la escuela´, o llegan con la ropa rota o con útiles escolares que faltan o están dañados, o llegan con mucho hambre porque quizás alguien les quitó su merienda o su dinero, si su rendimiento escolar se ve deteriorado, si muestra mucha ansiedad o dificultad para dormir. También si notamos que tiene pocos amigos, que sus amigos no lo invitan a jugar. No son signos de que efectivamente el acoso tenga lugar, porque esto aparece en distintos momentos, pero sí creemos que la causa de todo esto puede estar en la escuela, el segundo paso después de darnos cuenta es acercarnos a hablar con los docentes”.
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