Primera B Nacional
Colón le ganó Talleres y le puso fin a la mala racha

El Sabalero derrotó al Albirrojo de Remedios de Escalada por la Fecha 14 en el Estadio Brigadier López de Santa Fe.
Colón se enfrentó este domingo ante Talleres de Remedios de Escalada en Santa Fe, y logró volver a la victoria, tras una serie de derrotas concatenadas.
Se jugaba tiempo adicionado cuando Colón pudo quebrar la resistencia del último, con el gol de Jourdan. El equipo jugó mal y la gente manifestó su disconformidad en varias ocasiones, pero festejó la agónica victoria. Había que ganar cómo sea y así fue.
Es inevitable plantear de antemano el clima previo. Seis derrotas en serie, algo casi inédito para Colón y para cualquier equipo que se arma con el objetivo máximo, ya sea el de campeonar o el de ascender. Un clima institucional con secuelas (varias renuncias, con la del vice primero como principal referencia). La necesidad imperiosa de ganar convertida en una obligación teniendo en cuenta la jerarquía del rival. Y la presión que podía ejercer la gente a partir de lo que el equipo iba a entregar adentro de la cancha. Acá no era cuestión de que el empuje llegue de afuera hacia adentro, sino que el contagio se exprese de adentro hacia afuera; es decir, del equipo hacia la gente.
“Esta tarde cueste lo que cueste, esta tarde tenemos que ganar”, fue el grito de la gente desde el mismo momento en que Christian Bernardi, el capitán, pisó el excelente campo de juego sabalero. No fue advertencia, fue un ruego, un “recordatorio” (por si hacía falta). “A mí lo que más me fastidia es no ganar”, le dijo Gigliotti al enviado de El Litoral, hace una semana en Río Cuarto. Todos sabían que debían y se debían una victoria.
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Todo ese clima de nerviosismo se trasladó al juego. Yllana armó un claro 4-1-4-1, volcando a Bernardi como volante ofensivo por izquierda para que se junte con Lago, mientras que intentaba lo mismo por derecha, con Agustín Giménez y Gallay. El apuro condujo al error. Y Colón tuvo muchas imprecisiones desde el mismo comienzo del partido, sin generar jugadas de peligro frente al arco de Tello. Recién Gallay, en una jugada personal, inquietó al arquero cuando iban 27 minutos de la parte inicial con un desborde y un remate al primer palo que Tello desvió al córner.
Talleres, un equipo muy limitado, se empezó a animar aprovechándose de los defectos ajenos que de las virtudes propias. Con su “10”, Muñoz, como el enlace con Viganoni y dos volantes que se adelantaban por los laterales (Vedoya y Patricio Romero). Nada raro: orden y poco más, porque está claro que por algo llegó con antecedentes muy negativos a Santa Fe. La gente se impacientó, nunca Colón llegó a tener un rendimiento medianamente aceptable en el primer tiempo. Todo lo contrario: Colón jugó mal, casi no creó situaciones, cometió muchísimos errores y no bastó con algo de Lago y la voluntad de Gigliotti para bajar demasiado a buscar la pelota y convertirse en un armador en lugar de un definidor. Es que no había juego y, por ende, Gigliotti se veía obligado –quizás equivocadamente- a un retroceso excesivo e improductivo.
Toda esa levedad e impotencia de un primer tiempo desdibujado de Colón, se convirtió en empuje en el arranque del complemento. Sin claridad ni suficiente profundidad, pero al menos convirtiendo aquella actitud floja en algo mucho más presentable, al menos desde las ganas porque el fútbol seguía sin aparecer, salvo algunas insinuaciones de Lago por izquierda y esa sociedad que no terminaba de armarse con Bernardi.
Se dio una primera contingencia negativa con la salida de Negro (lesionado), ingresando Ortiz en su reemplazo. Fue justamente en el momento en el que Colón apuraba y pretendía llevarse por delante a un rival que no dejaba de exhibir sus grandes limitaciones. Salvo cuando Muñoz –su mejor jugador- metió un tiro libre que se colaba en el ángulo y apareció Marcos Díaz en gran atajada para salvar el arco rojinegro.
En el intento de darle más juego al equipo, Yllana sacó pasado el cuarto de hora a Bernardi, Gallay y Agustín Giménez para que ingresen Barreto, Yunis y Jourdan. Con Yunis se buscó una recuperación más rápida (tiene más marca que Giménez), en tanto que los otros dos tenían la obligación de darle claridad al juego. De inmediato, tuvo dos chances Colón, ambas de cabeza. Dos centros cruzados desde la derecha fueron conectados por Gigliotti y Lago. La del “Puma” se fue por arriba del travesaño, la de Lago fue atajado por el arquero. Bastaron, esas dos jugadas, para levantar al público rojinegro.
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A todo esto, se hizo muy evidente, alevoso y permisivo –por parte del árbitro- la actitud de Talleres para demorar. Cada infracción a favor venía precedido de largo tiempo de espera para que el jugador en cuestión se recupere, lo cual llevó a que el juego se cortara en demasía y perdiera continuidad.
De cabeza, Colón volvió a tener otra chance clara. Lago –el único que se animaba a sacarse la marca de encima pero sin compañía clara- metió un centro perfecto de zurda que Facundo Sánchez capitalizó yendo a buscarlo y colocando un cabezazo cruzado que motivó una buena intervención de Tello. Y así también se la jugó Marcos Díaz en un contragolpe en el que demoraron el pase a Pulicastro (que había ingresado por Vignanoni), se la tiraron dividida y el arquero rojinegro fue al piso para quedarse con la pelota.
Se iba el partido consumiéndose esos 7 minutos de descuento que dio Possi entre la desesperación de Colón y el exagerado tiempo que hacía Talleres para demorar, cuando vino un tiro libre desde la izquierda, arremetieron todos y la empujó Federico Jourdan para convertir un gol que hizo explotar de júbilo el Centenario.
Y fue así, sufriendo, a lo Colón, jugando mal pero consiguiendo al fin el gran objetivo, que era ponerle fin a esta racha de seis derrotas. Colón no tenía alternativas ni términos medios. Era ganar y cómo sea. Y así fue.