Primera B Nacional
Colón perdió 4 a 0 ante Gimnasia y Esgrima de Jujuy
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El Sabalero cayó por goleada ante el Lobo jujeño en la Tacita de Plata y se alejan las posibilidades de meterse en la zona de reducido.
Colón se enfrentó este domingo ante Gimnasia y Esgrima de Jujuy en el partido correspondiente a la Fecha 25 de la Primera Nacional. El encuentro se disputó desde las 18.15 en el Estadio 23 de Agosto de San Salvador de Jujuy.
El Sabalero cayó de forma contundente. Con goles de Cristian Menéndez y dos de Gustavo Fernández, el Lobo jujeño se fue en ventaja al entretiempo.
Trece minutos le bastaron a Gimnasia para desnudar los errores impresentables de un Colón que mostró fallas groseras a la hora de defender. El 4 a 0 fue tanto mérito del rival como castigo para un equipo derrotado y sin reacción.
Colón está jugando entre la espada y la pared. No le queda otra alternativa. Es el producto de una campaña totalmente desteñida e inesperadamente mala en función de lo proyectado y de sus obligaciones de ser, en esta categoría, un protagonista permanente.
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Nada había pasado frente a los arcos jujeños cuando llegó el primer gran error defensivo de Colón y Cristian Menéndez no perdonó cuando parecía que el árbitro cobraba penal y los jugadores sabaleros se quedaban estáticos y sin resolver.
A los pocos minutos, el otro gravísimo error defensivo. Un pelotazo largo a las espaldas de los centrales dejó a Molina solo y la definición llegó a quemarropa, ante la salida de Tomás Giménez. Apenas había transcurrido algo más de media hora y la eficacia jujeña inclinaba el partido hacia una victoria que se empezaba a pergeñar desde muy temprano.
Esto se consolidó con el tercero, en una jugada en la que otra vez se marcó muy mal, con un pelotazo cruzado a las espaldas de Bettini, el remate que cruzó todo el arco y la aparición de Gustavo Fernández para empujar la pelota por el otro sector, ante una pasividad absoluta de un Colón totalmente endeble, desbordado y sin respuesta defensiva.
Esos quince minutos iniciales marcaron un panorama que luego cambió por completo. Colón se paró en terreno ajeno, Lago complicaba por izquierda, los volantes apretaban y empujaban, defensivamente no había problemas (salvo un par de cabezazos ganados por los jugadores de Gimnasia en el área sabalera) y si bien no se generaban situaciones de peligro, parecía que Colón controlaba el partido. Duró eso. Nada más que quince minutos. Enseguida vino la debacle.
Se empezó a notar la mayor presencia física por parte de un equipo sólido atrás (Sánchez y Dematei son esos típicos jugadores del ascenso que imponen respeto por lo físico más que por lo futbolístico) , que con el empuje de Molina y Velázquez por afuera, más el despliegue de Camacho y Soria, comenzó a capitalizar la capacidad goleadora de Gustavo Fernández y Menéndez.
Complemento
Colón se fue derrumbando y jamás pudo recuperarse. Ofreció la mejilla en el primer gol, sintió el impacto y siguió poniendo la cara para que le peguen. La respuesta defensiva fue flojísima cuando, en la semana, el propio Minella había señalado la necesidad de mantener el arco en cero.
Colón venía de recibir tres goles en Salta (más allá de que había ganado) y dos goles en un tiempo en Santa Fe que definieron el encuentro con los mendocinos. Entre el primero y el tercero de Gimnasia pasaron algo menos de 13 minutos. Impresentable. Bastaron tres ataques a fondo para que el partido se liquide en ese primer tiempo de una levedad total por parte de un Colón que falló en todo, pero sobre todo se convirtió en un “colador” defensivo.
Minella metió mano en la defensa, aún perdiendo 3 a 0. Afuera los dos Ibarra y adentro Soto y Castet. Pero, además, la entrada de Castro por Talpone para darle un poco más de presencia arriba. Y casi como una continuidad de ese tembladeral defensivo, al minuto del complemento casi llega el cuarto en otra jugada plagada de pasividad por parte de la última línea rojinegra.
¿Qué necesitaba Colón?, al margen de no equivocarse más en defensa (cosa complicada), había que convertir rápido un gol. Y estuvo cerca en una jugada en la que Castro recibió una habilitación del Pulga, quiso anticiparse a Álvarez y cayó. Penel no solo que no cobró, sino que lo amonestó a Castro por entender que había simulado. Fue dudosa la jugada.
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Intentó pero no pudo descontar
Con un solo volante de marca en el medio y un bloque ofensivo desconectado, Minella metió al cuarto de hora un nuevo cambio, saliendo Jourdan para que ingrese Barreto. A todo esto, el cuestionado Módolo también iba refrescado el equipo pero sin abandonar la intención de seguir atacando a un Colón lleno de dudas del medio hacia atrás y que, cuando atacaba, le reclamaba todo lo que podía a Penel, como una jugada también dudosa en la que parecía que lo agarraban a Gigliotti cuando entraba solo para definir ante la salida del arquero.
También tuvo un excelente remate de Castet que iba al ángulo y que Álvarez desvió en una formidable atajada. Y la más clara, cuando Gigliotti peleó una pelota adentro del área, tocó atrás para el remate de Castro y la pelota fue detenida por Álvarez, que había pasado inadvertido en el primer tiempo y que apareció para hacer sentir su presencia en el complemento.
Mejoró Colón en el segundo tiempo. Se dio por esa mezcla de necesidad por ir a buscar el partido con el marcador 0-3 y también porque Gimnasia comenzó a jugar con la tranquilidad del resultado y si bien no dejó de atacar, ya no tuvo la obligación de ir a buscarlo. Todo lo bueno lo construyó en esos 13 minutos lapidarios para Colón del primer tiempo.
Faltando 10 minutos, Minella sacó al Pulga (silbado por los hinchas jujeños) y puso a Gallay. La suerte estaba echada (no porque faltasen 10 minutos, pues el partido se definió muchísimo antes) y no era conveniente seguir exigiendo el físico del Pulga, que llegó con lo justo, quiso jugar y así lo hizo.
Colón volvió a mostrar su imagen deshilachada, desconectada, llena de impotencia y con fallas defensivas groseras que el rival supo aprovechar casi en un ciento por ciento, sobre todo en el primer tiempo. Gimnasia lo liquidó en un ratito, Colón le dio la mejilla para que le pegara, el rival lo hizo y siguió mostrándosela para que lleguen más golpes.
La esperanza matemática se cae ante una evidencia: Colón no reacciona. Dos victorias seguidas prendió una llamita que, más que eso, pareció un fósforo que se apagó de inmediato con estas dos derrotas ante equipos que mostraron su superioridad, pero, sobre todo, su eficacia ofensiva ante un Colón que se encargó “minuciosamente” de marcarle el camino para que le doblegaran el arco.
El cuarto gol, con un remate desde la puerta del área, de Casa, fue la frutilla del postre. Y ni siquiera hubo espacio para el tiempo adicionado. Estaba todo dicho con el 4-0 y así lo entendió Penel. Colón volvió a ser un equipo vacío, endeble y derrotado. Una pobre imagen que nada ni nadie puede revertir.