DENUNCIAN HECHOS VANDÁLICOS CONTRA UNA PARROQUIA DE CAPITÁN BERMÚDEZ
“Yo sé que a muchos sectores de la sociedad y del poder les molestan los pobres. En nuestra parroquia tuvimos viviendo a crotos y chicos que sacamos de la droga, y eso causa resquemor a gente tanto de la nuestra como de otras iglesias, pero a pesar de eso nosotros vamos a seguir adelante con nuestra misión”.
Así se expresó el polémico sacerdote Salvador Yacco al ratificar su compromiso con los sectores más desprotegidos y tratar de encontrar un contexto en el cual se vienen sucediendo una serie hechos vandálicos contra la parroquia Santa Catalina de la que es párroco y las cartas anónimas amenazantes que recibe con frecuencia sobre su labor pastoral.
De acuerdo al momento político por el cual atraviese el cordón industrial, indudablemente la figura del padre Yacco suele resultar incómoda para algunos personeros de la política y del poder vernáculo.
Según denunció, desde hace algo más de un mes la parroquia es objeto de robos y destrozos y son acompañados por cartas que recibe en forma de anónimos donde se cuestiona su accionar, que incluso han llegado al Arzobispado y a miembros de su comunidad religiosa.
“Casi todas las cartas guardan el mismo sentido sobre los cuestionamientos y llevan como firma la frase «Ven Señor Jesús», pero en ellas figura un domicilio en calle Santiago al 300 de Capitán Bermúdez, donde existe un terreno baldío”, relató el sacerdote.
Luego de la aparición de las cartas intimidatorias comenzaron a sucederse una serie de daños en la propia parroquia, ubicada sobre la calle Celedonio Escalada al 100, en pleno barrio Posta. “El primer hecho se produjo durante un fin de semana y consistió en varios agujeros que hicieron a dos tanques de plástico con agua, provocando su vaciamiento. “En principio podría ser una travesura adolescente, pero la existencia de las cartas y la reiteración de otros casos me hacen suponer que se trata de una cuestión personal conmigo”, opinó.
Al ser consultado por LaCapital sobre los posibles responsables, Yacco optó por la prudencia. “Hace 20 años que soy párroco de Santa Catalina y es la primera vez que me pasa algo así, sin embargo no puedo culpar a nadie. Lo único que puedo asegurar es que los que vienen haciendo estos daños actúan desde las tinieblas y nosotros siempre lo hacemos desde la luz”, apuntó.
Remarcando aún más su comprensión por los que tienen ese tipo de problemas de conducta afirmó: “Si fue una travesura de jóvenes no los quiero denunciar; al contrario, quiero tener la posibilidad de recuperarlos para la sociedad”.
A renglón seguido deslizó un reclamo a las autoridades locales sobre el problema de inseguridad del barrio Posta. “Es necesario que en nuestra zona haya más presencia policial y mejor iluminación”, dijo y dio como ejemplo lo que ocurre con otros templos: “Si pasás por la parroquia San Roque, en barrio Villa Cassini, por ejemplo, la buena iluminación parece un espectáculo, pero en nuestro caso resulta un infierno”.
Hasta el momento no se conocen datos acerca de la marcha de la investigación ni tampoco se han presentado testigos que puedan aportar algún elemento esclarecedor. “No quiero apresurarme a lanzar una acusación hacia algún sector de la ciudad, pero indudablemente lo que viene pasando desde hace más de un mes es muy llamativo y doloroso. Hice la denuncia correspondiente en la comisaría local, donde dejé las cartas para que se investigue y comuniqué esta situación al Arzobispado”, explicó.
A la rotura de los tanques de agua siguieron el destrozo de un gran macetero que se encontraba en el frente de la parroquia y de los vidrios de la entrada, luego el fin de semana pasado sustrajeron una celocía metálica de una ventana de la parte superior de la iglesia y la rotura de todo el vidriado de otro ventanal.
El padre Yacco no dejó pasar por alto que como parte del contexto en el que fueron sucediendo los episodios denunciados figuran sus últimas actuaciones públicas, principalmente durante el año pasado. “Es indudable que la campaña que hicimos contra el hambre, con mi ayuno incluido, pegó muy fuerte en algunos sectores, porque en ese momento realizamos una crítica muy dura hacia los partidos políticos y casi inmediatamente después me llegó la primera carta anónima amenazándome”, especuló.
Al ser preguntado sobre el contenido concreto de las misivas, el sacerdote no quiso entrar en detalles pero explicó que “hacen un cuestionamiento directo a mi accionar fuera de la Iglesia, a mi trabajo social junto a los pobres”, al tiempo que consideró que “la gente que las escribieron quiere que yo sea un cura adentro del templo solamente para dar misa”.
“Creo que ellos no han comprendido a Jesús, que se ocupó de los sectores más desprotegidos en todo sentido. Nosotros tenemos que apuntar la labor pastoral hacia los que tienen fe, pero no debemos dejar abandonados a quienes no la tienen. Tenemos que llevar el mensaje de Jesucristo a los drogadictos, a las prostitutas, a los homosexuales. Es allí donde debemos centrar nuestro trabajo. De lo contrario sería muy fácil hacerlo sólo con los creyentes, porque es muy cómodo laburar sin transpirar la camiseta”, reflexionó.
El padre Yacco recordó las marchas de silencio de cada fin de año que protagonizó cuando en pleno auge del menemismo “las fuentes laborales del cordón industrial se agotaban en forma preocupante y en las que por cierto muchas figuras políticas de la provincia pugnaban por aparecer en alguna foto” junto al polémico sacerdote.
Tampoco olvidó el acompañamiento sostenido a la lucha de los trabajadores municipales de Capitán Bermúdez “tanto contra el gobierno justicialista de Joaquín Do Brito como del radical Gerardo Carlucci”.
Incluso, el año pasado el cura bermudense encabezó un ayuno en el predio del ferrocarril para pedir que tanto el Estado provincial como el municipal se ocuparan de la alimentación de varias familias carenciadas del populoso barrio Copello, que recurrieron a la Justicia con un recurso de amparo para recibir asistencia.
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