DOS VÍCTIMAS DEL REPRESOR ISACH DIERON SU TESTIMONIO
Las vidas de Ramón Verón y de Juan Antonio Rivero están íntimamente ligadas por una historia de militancia que ya lleva 30 años, que incluye calabozos compartidos y por un nombre: el de Carlos Isach. Ramón pudo verlo accidentalmente cuando la venda que cubría sus ojos se descorrió mientras ordenaba unos cuantos muebles que Isach había robado junto a “la patota” en la Fábrica Militar Domingo Matheu. Lo de Juan fue más reciente, aunque no menos impactante: hace cinco años lo vio pasar frente a su casa de barrio Plata a bordo de una camioneta de la Dirección de Control Urbano de la Municipalidad. A partir de ese momento comenzó una búsqueda que culminó esta semana cuando le alcanzó al secretario de Gobierno Juan Carlos Zabalza, el dato sobre la “joyita” -según el mismo definió- que tenían como empleado municipal. El relato de ambos ayuda a descubrir a un Isach despiadado con los detenidos, y con en especial con Ariel Morandi -un enfermero del sanatorio Plaza- al que desdeñaba como un “judío de mierda al que había que matar”. “Isach era un nazi, que se jactaba de ser un rugbier del club Universitario, que tenía muchas influencias, que decía a boca de jarro que había que matar a todos los subversivos porque afectaban su clase social, pero al que el resto de la patota trataba como a un forro”, según Ramón Verón. Isach sigue prófugo, pero ambos militantes esperan que cuando sea detenido “rinda cuentas sobre el destino de varios compañeros desaparecidos como Morandi, Hilda Cardozo y Susana Miranda”.
“A Carlos Isach lo conocí como Carlitos, que era como lo llamaban sus compañeros de secuestros y torturas, y era una persona muy agresiva, exaltada, irritable. Lo pudo ver en el centro clandestino de detención que funcionó en Fábrica Militar Domingo Matheu -de Ovidio Lagos al 5000- en una oportunidad en la que me mandó a ordenar unas puertas y otros enseres que había robado junto su grupo de las casas de nuestros propios compañeros. En ese momento levanté la cabeza y al correrse la venda alcancé a verlo, era un petiso, medio colorado, de pelo rubio, grueso de cuerpo, joven tenía poco más de 20 años. Cuando se dio cuenta que lo había visto se irritó mucho, y pensé que ese gesto era sinónimo de muerte. Tal es asi que llamó a sus superiores, gritando que ‘el Gato’, como me decían le había visto la cara”.
Según Verón, Isach era utilizado como “forro, como comodín en todas las acciones del grupo. Por eso sabe que pasó con Ariel Morandi y Susana Miranda al terminar el Mundial 78. Y en mi caso qué pasó con mi compañera Hilda Cardozo, a quien torturó con sus propias manos, por lo que sabe perfectamente que hicieron con ella y donde está”.
Verón hace una pausa, es la primera vez en toda la entrevista que su voz cambia de tono y sus ojos se humedecen. No es la primera vez que cuenta lo que le ocurrió, pero el relato del sufrimiento de quien era entonces su compañera, lo sensibiliza. Ambos eran militantes del Peronismo Revolucionario, el Frente Revolucionario 17 de Octubre, que había logrado cierta proyección nacional al lograr la gobernación de Salta. Miguel Ragone ganó la elección en 1975, y es uno de los pocos gobernadores que aun permanece desaparecido. Fue secuestrado al poco tiempo de asumir, por lo que Hilda ganó la clandestinidad y llegó a Rosario, donde fue secuestrada junto a Ramón. Nunca más se supo de ella.
El rol de Isach según Verón era el de “un golpeador, de un torturador, el que propinaba el maltrato a los prisioneros, de provocación siempre buscando molestar, provocar, hechar sal sobre las heridas. Esto lo hizo con Ariel Morandi quien había llegado desde la Jefatura con su cabeza quemada con bencina, llevado por el ejército a Fábrica Militar donde lo curaron primero para luego volverlo a torturar, porque decían que la policía no le había podido sacar información. Y en esto Isach era un empecinado en agredir a Morandi, porque decía que era judío, a pesar de su apellido, pero él lo justificaba porque era rubio y de ojos celestes”.
Según cuenta ahora Juan Antonio Rivero, Isach lo detuvo junto al Tucu Costanzo, en su casa. “Fue un día a las 22.30, cuando llegaba de trabajar en Matrifor, una empresa metalúrgica de Pueyrredón al 5800 donde era delegado. Isach me puso la pistola en la cabeza me vendan me esposan, y me preguntan por un hermano mío. Después me llevan a la Fábrica Militar y ahí me torturan”.
Rivero recuerda que Isach era “muy agresivo y violento, y siempre estaba dentro del lugar de detención, y quien junto al ‘Tucu’ Constanzo y El Puma, los que hicieron los traslados de Morandi y de Miranda. Por eso tiene mucho que decir sobre el lugar donde los llevaron. El día que lo hicieron estuvieron entre 10 y 12 horas afuera de Fábrica. Cuando volvieron nos dijeron que nuestro dos compañeros habían hecho un viaje muy largo, al metro ochenta, y se rieron”.
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