“El peligro es que en crisis se busque un salvador”
Al hablar sobre Trump, Francisco señaló que no le gusta juzgar a las personas de antemano. “Veremos lo que hace y ahí se evaluará”, dijo.
“Veremos lo que hace y ahí se evaluará.” En una entrevista concedida al diario español El País anteayer, justo cuando en Estados Unidos asumía como presidente Donald Trump, en un clima de alarma mundial, el Papa pidió prudencia.
“No me gusta anticiparme a los acontecimientos ni juzgar a las personas antes. Veremos qué hace. Veo cómo actúa, cómo hace, y ahí tomaré mi opinión. Pero asustarme o alegrarme por lo que pueda suceder, en eso creo que podemos caer en una gran imprudencia. En ser profetas o de calamidades o de bienestares que no se van a dar, ni una ni otra. Se verá. Veremos lo que hace y ahí se evaluará. Siempre lo concreto. El cristianismo o es concreto o no es cristianismo”, dijo el Papa.
Aunque advirtió que “en momentos de crisis, no funciona el discernimiento” y los pueblos buscan “salvadores” que les devuelvan la identidad “con muros y alambres”.
En una entrevista de una hora y 15 minutos con Pablo Ordaz, acompañado por el director de El País, Antonio Caño, en la residencia vaticana de Santa Marta, el Papa habló de todo, de a ratos con su humor porteño. Afirmó que en la Iglesia hay “santos y pecadores, decentes y corruptos”, pero que lo que más le preocupa es “una Iglesia anestesiada por la mundanidad”, lejana a la gente.
Francisco reiteró que le gustaría viajar a China cuando lo inviten y dijo que, aunque de vez en cuando pega “patinazos”, su única revolución es la del Evangelio. A los 80 años, cumplidos en diciembre pasado, el ex arzobispo de Buenos Aires también volvió a decir que no sabe si se morirá como papa o elegirá el camino abierto por Benedicto XVI.
Al ser consultado sobre América latina, su continente, Francisco no ocultó su preocupación. “El problema es que América latina está sufriendo los efectos -que marqué mucho en la Laudato si’- de un sistema económico en cuyo centro está el dios dinero, y entonces se cae en las políticas de exclusión muy grande. Y se sufre mucho. Y, evidentemente, hoy día América latina está sufriendo un fuerte embate de liberalismo económico fuerte, de ese que yo condeno en Evangelii Gaudium cuando digo que «esta economía mata». Mata de hambre, mata de falta de cultura”, afirmó.
Al margen de reiterar su preocupación por el problema de la droga, criticó a los cipayos. “Es una palabra clásica, literaria, que está en nuestro poema nacional”, explicó. “El cipayo es aquel que vende la patria a la potencia extranjera que le pueda dar más beneficio. Y en nuestra historia argentina, por ejemplo, siempre hay algún político cipayo. O alguna postura política cipaya. Así que América latina tiene que rearmarse con formaciones de políticos que realmente den a la región la fuerza de los pueblos”, señaló.
Cuando le preguntaron por el fenómeno del populismo, dijo que se trata de una “palabra equívoca, porque en América latina el populismo tiene otro significado”.
“Allí significa el protagonismo de los pueblos, por ejemplo, los movimientos populares. Se organizan entre ellos… es otra cosa”, dijo.
“Cuando oía populismo acá no entendía mucho, me perdía hasta que me di cuenta de que eran significados distintos según los lugares. Claro, las crisis provocan miedos, alertas. Para mí el ejemplo más típico de los populismos en el sentido europeo de la palabra es el [año] 33 alemán. Después de [Paul von] Hindenburg, la crisis del 30, Alemania destrozada, busca levantarse, busca su identidad, busca un líder, alguien que le devuelva la identidad y hay un muchachito que se llama Adolf Hitler y dice «yo puedo, yo puedo». Y toda Alemania vota a Hitler. Hitler no robó el poder, fue votado por su pueblo, y después destruyó a su pueblo. Ése es el peligro”, advirtió.
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