Expertos rosarinos avalan la vacuna que se producirá en el país
Son médicos y científicos de la ciudad. Los especialistas destacan la calidad de los recursos humanos y tecnológicos que hay en la Argentina.
La luz al final del camino. Así describen muchos expertos y no expertos a la vacuna que pueda poner un freno importante a la pandemia de Covid-19. La espera es tensa y se está haciendo larga, por eso cada vez que hay una noticia sobre avances en este sentido la confianza avanza varios casilleros. Anteayer, el presidente argentino Alberto Fernández le dio un empujón a la esperanza al anunciar que se fabricará en suelo nacional la vacuna experimental del laboratorio británico AstraZeneca (conocida como la vacuna de Oxford y que muestra hasta el momento resultados alentadores en esta etapa de desarrollo). Gracias a la posibilidad de tenerla en el país, el acceso será más rápido.
En cuanto a los plazos, Fernández estimó que las primeras dosis podrían estar en un lapso que va de los 5 a los 12 meses. Ayer, Hugo Sigman, CEO de mAbxiencie Biotech, el grupo que producirá la vacuna a nivel local, comentó que están en condiciones de empezar, y así lo harán, mientras esperan que sea aprobada o no (algo que sucederá a fin de año). De salir todo bien, entonces sí podrá ser trasladarla al mercado “de inmediato”, aseguró. LaCapital consultó a médicos y científicos rosarinos quienes dieron su mirada sobre esta novedad:
Luis Flynn, médico infectólogo “Es indudable la atención mundial que se observa ante la posibilidad de contar, a mediano plazo, con una o varias vacunas para mitigar esta pandemia. Los resultados, en etapa de investigación, son prometedores, en cuanto a vacunas cuyos resultados se publican y que cumplen con la rigidez insoslayable del proceso científico que la da veracidad al producto. Que nuestro país trabaje en un proceso de elaboración de una vacuna contra el Sars-Cov2 (el virus que provoca el Covid-19) es muy importante y significa que contamos con tecnología y capacidad confiable y respetable para esta tarea. Veo que se resaltan las bondades, y que nos ilusionamos porque es menos probable que un producto que está en etapa III de investigación (como éste) quede en el camino. Pero debemos saber que falta tiempo todavía para evaluar la seguridad (es decir, los efectos adversos) en gran escala y la eficiencia en la población de riesgo (que sería la más beneficiada y que todavía no fueron incluidos en estudios anteriores). Por el momento nos toca seguir con las herramientas que tenemos y que han demostrado que son útiles en prevenir el contagio: barbijo, distanciamiento social, lavado frecuente y correcto de manos, y aislarse rápidamente al presentar síntoma sospechosos. No discriminar a quien se contagia, también forma parte de esas herramienta”.
Oscar Bottasso, médico, investigador, profesor “Normalmente, el período de desarrollo de una vacuna es de 12 a 15 años. Están pensadas para su uso en personas que no tienen síntomas de enfermedad con el fin de prevenir justamente su aparición. La seguridad de una vacuna se evalúa inicialmente en estudio de laboratorio en ratones o conejos. Si los animales no muestran signos de la enfermedad después de ser inoculados, entonces las pruebas se trasladan a los humanos, y el número de sujetos gradualmente aumenta. La evolución de un ensayo clínico para una vacuna clásica, después de la etapa preclínica, es la siguiente: en la fase 1, también llamada primera prueba en humanos, la vacuna es administrada a un pequeño grupo de voluntarios sanos (10 a 100). El objetivo no es probar si la vacuna protege contra la enfermedad, sino si es segura o causa efectos secundarios graves. En la fase II, la vacuna candidata se administra a un grupo más grande de sujetos (100 a 1.000) y, en la fase III, a un número todavía mayor (1.000 a 100.000). A veces ocurre que las vacunas que parecen seguras cuando se administran a un grupo pequeño de personas, muestran efectos secundarios cuando se aplican a un grupo mayor. Durante una pandemia estos estudios secuenciales pueden acortarse y parcialmente hasta pueden superponerse. Pero es importante que a esos miles de individuos se les realice un seguimiento durante varios meses. En estos momentos, se está llevado adelante un ensayo clínico de vacunas a ADN hacia Covid-19 (una estrategia novedosa en la fabricación). La vacuna ChAdOx1 nCov-19 (la de Oxford) había sido desarrollada inicialmente para prevenir otro coronavirus que se daba en la península arábiga. El resultado de todo el proceso es la formación de anticuerpos contra la proteína S (de la superficie del Sars-Cov2) por la cual el virus toma contacto con una célula para infectarla. Los anticuerpos se unen a S e inhiben de esa manera la entrada del virus. Por eso se denominan neutralizantes. Resulta imprescindible que todo el escalado de fases se realice en un marco de estrictas regulaciones bioéticas y no se puede pasar a la etapa siguiente hasta que se haya completado en forma adecuada la etapa anterior”.
Alejandro Vila, científico, director del IBR “Saber que hay un laboratorio argentino que está involucrado en la producción de esta vacuna es una excelente noticia. Lo es por varios motivos. En primer lugar porque el acceso en el país, cuando esté aprobada, va a estar garantizado, sobre todo para aquellos que tienen prioridad (que es el personal de salud y los grupos de riesgo de personas con patologías previas). Además, hay que destacar que Argentina tiene empresas con la capacidad tecnológica para estos desarrollos. El Grupo Insud, involucrado en esto, que es mAbxiencie Biotech, tiene una planta que se inauguró en forma reciente y que está preparada para hacer anticuerpos monoclonales, que es un gran mercado dentro de la industria farmacéutica y en este caso particular la empresa va a tener a su cargo el hecho de preparar y producir el anticuerpo que se necesita para la vacuna, que es la parte bioquímica previa. También es una empresa que tiene distintos tipos de iniciativas con Conicet y con el Ministerio de Ciencia. De hecho, estuvo involucrada con Innova que hace poco anunció la producción de suero equino capaz de neutralizar la acción del virus. Finalmente, hay que tener en cuenta que la inversión en ciencia y tecnología no sería útil sin los recursos profesionales altamente capacitados con los que contamos, y que, como en este caso, se pueden transferir al sector privado. De allí que sea tan importante que haya cada vez más científicos formados, doctores, que puedan hacer estos desarrollos. Sin dudas seguimos trabajando para tener soberanía científica”.