Francia se suma a la ola de austeridad
El gobierno francés se esforzó esta semana en preparar a la opinión pública para lanzar un riguroso plan de austeridad, que implica una profunda reforma del régimen de jubilaciones y severos recortes presupuestarios, a fin de reducir el déficit público actual del 8% del PBI al 3% en 2013.
Francia se suma así esta semana a la ola de planes de ajuste puestos en marcha en varios países de Europa. No obstante, el presidente Nicolas Sarkozy se rehúsa a que el léxico gubernamental incluya términos como "austeridad", "ajuste" o "rigor".
"Hemos asumido compromisos [?] y todos nuestros esfuerzos se concentrarán en esa prioridad", afirmó el primer ministro François Fillon. "Esto quiere decir que estamos obligados a reducir el déficit en 100.000 millones de euros antes de 2013", precisó.
Según Fillon, la mitad de esa cifra se obtendrá bajando los gastos del Estado, y la otra mitad, con un aumento de la recaudación. Los 50.000 millones de euros de reducción se alcanzarán por la disminución del gasto público en 45.000 millones y la eliminación de una serie de excepciones fiscales actualmente vigentes por un monto de 5000 millones de euros.
En lo que concierne al aumento de la recaudación, el primer ministro espera llegar a 35.000 millones, evaporados durante la crisis, que se recuperarán cuando se reanude el crecimiento. Los 15.000 millones restantes corresponden a las ayudas acordadas para reactivar la economía y que "naturalmente desaparecerán junto con la crisis", detalló.
A comienzos de mayo, Fillon había anunciado una serie de medidas para reducir el déficit, que este año batió todos los récords, al llegar al 85,7% del PBI. Como la mayoría de los países europeos, Francia se comprometió a aplicar un riguroso plan de austeridad, que le permitirá reducir su déficit al 6% en 2011, 4,6% en 2012 y 3% en 2013, cifra fijada para los 27 países miembros de la Unión Europea (UE) por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
Cuando faltan sólo dos días para que se dé a conocer oficialmente el proyecto de reforma de la jubilación, el primer ministro también confirmó la intención del gobierno de aumentar la edad mínima del retiro, que pasará de 60 años a 63 años. También reafirmó que habrá que buscar nuevas formas de financiación, lo que -según los sindicatos- prefigura un aumento del monto de los aportes mensuales.
La preocupación de Sarkozy
Preocupado por no ser acusado de peor alumno de la clase, Sarkozy parece haber enviado a Fillon a hacer estos anuncios para preparar el encuentro con la canciller alemana, Angela Merkel, previsto para hoy.
Esa reunión, que debía realizarse el lunes pasado en Berlín, destinada coordinar posiciones para la reunión de la cumbre europea del 17 y 18 del actual, fue anulada a pedido de Sarkozy: ese día Merkel acababa de definir un draconiano plan de austeridad de 80.000 millones de euros de economía antes de 2014. En esas condiciones, la reunión con Merkel corría el riesgo de transformarse en una pesadilla para Sarkozy. Merkel sería la heroína, mientras que el presidente francés, acusado de laxo, habría sido incapaz de responder sobre un plan que él mismo aún no conocía.
Hoy Sarkozy tendrá algunos galones para mostrar en Berlín. Pero haber hecho los deberes exigidos por sus socios europeos no le evitará un mal trago cuando regrese a París: mañana, cientos de miles de trabajadores convocados por las centrales sindicales tienen previsto lanzarse a las calles para rechazar los planes gubernamentales. Tanto la oposición socialista como los sindicatos acusan al gobierno de cargar la mayor parte del esfuerzo sobre los hombros de los más débiles. Los trabajadores franceses no son los únicos que rechazan los planes de ajuste. En toda Europa las centrales sindicales arengan a sus afiliados a salir a la calle a decir "no" a la austeridad.
El tema ya ha dado pie a un intenso debate intelectual: si de la actual situación se puede salir con planes de ajuste, como hace ahora Europa, o con el mantenimiento de los programas de estímulo, como hace Estados Unidos.
La tensión social también aumenta a medida que la crisis y los planes de ajuste dejan cada vez más gente sin trabajo. En Francia, la violencia en las escuelas y los transportes públicos de barrios marginales empieza a convertirse en un tema inquietante.
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