Hugo Suppo: “Sé que esto fue un asesinato político”
El hermano de Silvia Suppo declaró ayer por teleconferencia desde Río de Janeiro. Dijo que la mujer estaba preocupada y sentía miedo. Hubo una movilización por pedido de Justicia frente al tribunal.
“Ella estaba preocupada pero quería mostrar que no tenía miedo para no trasladárselo a sus hijos o a mí”. Con estas palabras, Hugo Suppo, hermano de Silvia, contó lo que recordaba de los últimos meses que compartió con ella antes de que la asesinaran, el 29 de marzo de 2010, en su negocio de Rafaela.
El testigo compareció ayer ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Santa Fe a través de una videoconferencia desde el consulado argentino en Río de Janeiro, ciudad en la que reside.
En el juicio están imputados Rodolfo Cóceres y Rodrigo Sosa por el homicidio agravado de Suppo en situación de robo. Sin embargo, el hermano de la víctima afirmó ayer que está convencido de que a Silvia la mandaron a matar por su condición de testigo y querellante.
La mujer, quien fue presa política entre 1977 y 1978, había declarado en 2009 como testigo en el juicio por el que condenaron al ex juez federal Víctor Brusa y a cinco entonces policías por delitos de lesa humanidad. Además, era querellante en la causa por la desaparición del rafaelino Reinaldo Hattemer.
“Silvia estaba incomodando a mucha gente. Sobre todo a gente de la Policía provincial”, declaró Hugo, quien consideró que en esa fuerza aún perviven personas y prácticas propias de la última dictadura militar. Durante los meses previos a la muerte de Silvia, su hermano estuvo muy en contacto con ella. “Nos veíamos todos los fines de semana porque yo estaba en Rosario por mi trabajo. Viví de cerca sus declaraciones contra Brusa y sus angustias en ese momento. Siempre la admiré mucho”, relató.
Luego leyó al tribunal fragmentos de e-mails que Silvia le había enviado entre 2008 y 2009. El primero, del 3 de mayo de 2008, decía: “Nos preocupa todo lo que ocurre en este país, la derecha tratando de salir, la Justicia tan lenta, tantos jueces corruptos e involucrados tratando que el tiempo transcurra, apretando a compañeros querellantes, la desprotección que tenemos, pero seguiremos en las causas.”
En un mensaje posterior, del 1 de octubre de 2009, la mujer había escrito: “Me contaron que en Santa Fe amenazaron a los jueces en la causa donde estoy, además se llevaron un auto de la Secretaria de Derechos Humanos y lo encontraron en Rosario, con un mensaje algo así que si podían hacer esto podían hacer mucho más”.
Al final, el testigo dijo: “Esto no puede volver a pasar. No puede haber más Silvias. Sólo quiero Justicia”.
Tras ese testimonio, declaró Juan Pablo Bonet, el joven que encontró el chip del teléfono celular de la víctima tirado en la vereda de calle Necochea, a unas tres cuadras del lugar del crimen. Después comparecieron los médicos Jorge Avedano, que realizó los primero auxilios a Suppo, y Marcelo Albicocco, quien era jefe de guardia ese día en el Hospital Jaime Ferré. Avedano dijo que lo único que escuchó decir a Suppo fue: “Mis hijos”.
MOVILIZACION
Desde las 9 de la mañana, frente al tribunal ubicado en la esquina de San Jerónimo y Primera Junta de Santa Fe, integrantes del Espacio Verdad y Justicia por Silvia Suppo junto a militantes de distintos sectores políticos se manifestaron para reclamar el esclarecimiento del crimen.
El año pasado, previo al inicio del proceso oral, la querella, formada por la familia de Suppo y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, presentó recursos de nulidad ante la Cámara de Casación y la Corte Suprema de Justicia.
Afirman que durante la etapa de instrucción no se realizó una investigación acabada que agote la hipótesis de un crimen por encargo. Objetan, asimismo, que la causa se haya dividido en dos, por lo que ahora se juzga el homicidio agravado en situación de robo, mientras que la línea de un posible asesinato político continua, por separado, a cargo del juez Marcelo Bailaque.
“Claramente hay una postura arbitraria (de la Justicia) basada en un capricho y no en pruebas concretas ni en una investigación que aborde ninguna hipótesis, porque ni siquiera la hipótesis del robo tiene pruebas contundentes que la avalen”, sostuvo ayer Andrés Destéfani, hijo de la víctima. Y señaló que desde 2010 se les niega la posibilidad de la reconstrucción del hecho en la escena del crimen.
Fuente: Diario La Opinión de Rafaela
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