ICEBERGS CERCA DE BUENOS AIRES ANTICIPARÍAN FUTURAS INUNDACIONES
Hace unas semanas atrás, la Prefectura Naval Argentina observaba con sorpresa icebergs flotando a lo largo del Mar Argentino. “Es la primera vez que témpanos de este tamaño llegan a Buenos Aires”, dijo Miguel Angel Reyes, jefe de tráfico marítimo de la fuerza. “La Prefectura escoltó a los témpanos hasta que estuvieron fuera de la zona de peligro”, agregó en declaraciones que reproduce la agencia de noticias Bloomberg.
La PNA debió obligar a los barcos a cambiar su rumbo luego de que dos témpanos de 250 metros de largo y 30 de alto se separaron de la Antártida en enero y se desviaron unos 4.400 kilómetros hacia el norte. Apenas un mes después, otros dos témpanos recorrieron la costa argentina.
De acuerdo a científicos, el cambio en las rutas de los témpanos pone en evidencia cómo el calentamiento global está modificando los patrones meteorológicos.
En la Argentina, de manera particular, esto provoca cambios radicales en el campo.
“El aumento de las temperaturas está causando esto”, dijo Juan Carlos Leiva, geofísico y director de la Unidad de Nivología y Glaceología del Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Mendoza. “La situación empeoró”, dijo a Bloomberg.
De momento, las temperaturas en alza provocan inundaciones en Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires y, al mismo tiempo, el calor seca los ríos del Norte a un ritmo más veloz, afectando la producción de energía y reduciendo el abastecimiento de agua para cultivos y consumo, aseguró Vicente Barros, profesor de climatología en la Universidad de Buenos Aires.
Consecuencias
Las lluvias de años pasados dejaron sus consecuencias a la vista. Muchos sectores de rutas argentinas quedaron bajo el agua. Uno de los casos más renombrados es el que se padece en algunos sectores de la ruta 7, que va desde la frontera con Chile hasta el Océano Atántico.
“Las inundaciones nos obligaron a rediseñar rutas”, aseguró Carlos Avellaneda, gerente de la Empresa de Transporte Don Pedro, que tiene más de 500 camiones de carga. “Pensamos que sería por corto tiempo, pero ya han pasado casi seis años”, agregó a Bloomberg.
Por su parte, Antonio Pirillo, un productor de lácteos de 68 años, aseguró a la misma agencia que tramos de la ruta 7 se encuentran bajo 76 centímetros de agua cerca de su granja en Villa Saboya, localidad del noroeste de Buenos Aires, en plena pampa húmeda, tras las abundantes lluvias que ocasionaron el desborde de la cercana laguna La Picasa años atrás, inundando 40.000 hectáreas de tierra.
Pirillo dijo que sus campos se arruinaron aunque funcionarios municipales drenaron el agua, porque la sal residual quemó las raíces de los pastos secándolos. Aseguró además que debió alquilar otras pasturas para apacentar a sus 120 vacas durante tres años hasta que pudo restaurar suficientes pastos en sus tierras como para alimentarlas.
“Una mayor precipitación pluvial, tormentas más fuertes y el aumento de los niveles de los ríos y mares afectan al suelo y las cosechas en las que se basan estas economías exportadoras de materias primas”, dijo a Bloomberg Juan Carlos Villalonga, director en la Argentina de Greenpeace.
A la pesca
Un recuerdo cercano de las inundaciones de años atrás fue la conversión de productores agropecuarios en pesqueros.
La causa principal de ello fue el aumento de las temperaturas, hecho que trajo más tormentas. De acuerdo a los datos de Bloomberg, entre 1980 y 2000 las lluvias se septuplicaron frente al lapso de 1950 a 1970, dijo Barros.
Cuando esas lluvias ocasionaron el desborde de la laguna La Picasa en 1999, los cultivos de soja de Carlos Bertolino se arruinaron, costándole cerca de u$s150.000. Unas 130 hectáreas de su campo de 220 hectáreas quedaron cubiertas por el agua. La gente venía a pescar donde él solía cosechar sus plantaciones de soja.
Y le sucedió lo mismo que a Pirillo: las aguas retrocedieron pero la sal arruinó el suelo. Por ello está convencido que lagos argentinos como La Picasa volverán a desbordarse a medida que las temperaturas sigan subiendo.
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