LAS VÍCTIMAS FATALES POR LA INUNDACIÓN EN SANTA FE SON MÁS DE 23
“Los muertos son más de 23, no todas las víctimas fueron oficializadas”, la frase se repite aún en todos los barrios donde el río Salado se metió brutalmente los últimos días de abril y los primeros de mayo. El comentario fue relativizado una y otra vez por las autoridades gubernamentales y por las fuerzas provinciales y federales de seguridad.
NOTIFE pudo corroborar que la frase es cierta y que, en algunos casos, el Gobierno no informó sobre la totalidad de las víctimas de la catástrofe hídrica.
Lo que sigue, es una investigación periodística que desnuda el desamparo de los santafesinos, la desidia gubernamental y el silencio que rodeó, desde los primeros días, el destino trágico de más de 23 santafesinos que perecieron bajo las aguas de un río, que empezó a colarse en la ciudad el 28 de abril.
“CREO QUE COQUITO ESTÁ AHOGADO”
“A los vecinos de Santa Rosa de Lima les digo que se queden tranquilos”, dijo el intendente Marcelo Alvarez por los micrófonos de LT 10, la mañana del 29 de abril. Los vecinos pensaron que la voz que llegaba a sus hogares, desalentaba todas las dudas sobre una posible catástrofe de magnitudes inimaginables. El barrio San Lorenzo, tan viejo como sufrido, vio como el agua ingresó ferozmente la tarde que aquel martes 29. En algunas manzanas la altura del agua trepó hasta los cuatro metros, y más.
Alberto Montenegro hace 50 años que vive en el Barrio San Lorenzo. La misma cantidad de años que carga, con angustia. Él no lo dice, pero el agua, no sólo le arrugó el cuerpo, sino los sueños que compartía junto a su esposa Blanca.
“Uno tiene cierta experiencia, de conocer el río y saber cómo va reaccionar. Pero lo que pasó en Santa Fe es algo que nadie esperaba. Quisimos salvar algunos bienes, pero sólo pensábamos en salvar a nuestra hija Karen. Fue todo muy rápido, no tuvimos tiempo de salvar los (perros) cachorritos, todos murieron con el agua”, empieza contando Alberto, de profesión mecánico. Dice que se las rebusca ‘changueando’ y, además, muestra orgulloso la única foto que salvó de su banda, que hace música del recuerdo, `de los años setenta’”, señala.
Ya entrada en la charla, se sumerge, como un juego de palabras, en aquéllos días trágicos. “Salimos el martes, cuando nos empezaba a tapar el agua, nos fuimos al Centenario y ahí estuvimos una hora, luego salimos disparando, porque el agua ya había llegado. Sólo pensábamos en nuestra hija. Ya el miércoles, Alberto volvió a su barrio. Se encontró con Miguel, un hombre ciego, mayor de edad…’qué pasa Alberto, qué pasa’, le dijo. Nuestro entrevistado improvisó una rápida respuesta, lo socorrió y lo trasladó a la escuela Pascual Echagüe. Volví al barrio – cuenta – con una piragua, ví algo flotando, me parecía muy raro…era una persona que estaba ahogada. La recojo, la llevo hasta la esquina al puesto de la Prefectura, ellos (por los prefectos) la engancharon a la lancha y la llevaron para el terraplén de J.J. Paso”
Montenegro no detiene el relato, es trágicamente fresco, mueve las manos grasosas, de tanto hurgar en motores. Agrega: “Vuelvo a mi casa dos o tres días después. Un amigo me pregunta por el padre, que hacía unos días que no lo veíamos. Fuimos a buscarlo, llegamos, rompimos la ventana y observé, desde el patio, el cadáver desnudo de una persona. Lo sacamos, estaba Prefectura y la Policía, también estaba (Roberto) Pipi Rivero, que venía filmando todo el barrio. Le dicen (los prefectos) que corte la cámara, yo le digo que siga grabando…El hombre ahogado fue identificado: era RICARDO PUCHOL”
Puchol tenía 59 años, vivía en calle Entre Ríos al 3.800 y murió por asfixia.
“Un día después vuelvo a mi casa y la vecina que vive enfrente me dice que Leticia no aparecía. Leticia vivía sola…me cruzo a la casa, entro y veo que estaba muerta. La sacó Prefectura y la Policía”.
LETICIA PEDULA, tenía 70 años. Murió ahogada en su casa de calle San José al 1.200.
La charla se vuelve mucho más densa. Hay detalles, rostros, gritos, que deambulan por la cocina de Alberto, donde recibió a NOTIFE.
“Ése día – sigue el entrevistado – un vecino de la panadería “La Guardia Vieja”, me dice `Creo que coquito está ahogado´. Fuimos a la casa de Coquito, sobre calle San José. Entro a la casa, lo veo arrinconado, desnudo. Y muerto. Lo sacamos y avisamos a la Prefectura…el prefecto me toma los datos y me dice que ellos se iban a encargar de todo. A coquito lo sacamos ocho días después de que entró el agua, vivía con la mamá, que pudo salvarse”.
“Coquito” era BENIGNO OSCAR KRATKY. Vivía con su madre, Petronila López, en la calle San José al 1.300.
EL GOBIERNO NUNCA INFORMÓ SOBRE ESTE CASO Y MUCHO MENOS LO AGREGÓ A LA LISTA DE PERSONAS FALLECIDAS POR LA EMERGENCIA HÍDRICA. (VER ACLARACIÓN DE LA POLICÍA DE LA PROVINCIA SOBRE EL “CASO KRATKY”)
Kratky había cumplido el 4 de abril 71 años. Tenía algunos problemas mentales – según cuentan los vecinos- y vivía con su madre. Pudo salvarse con ella, pero decidió quedarse en su finca, donde murió. El relato del vecino, coincide con el de los familiares. Kratky fue encontrado 10 días después y sus hermanos y sobrinos tuvieron que identificar el cuerpo en la morgue del Hospital Cullen. Sus restos fueron inhumados en el Cementerio Municipal santafesino el 10 de mayo con el servicio de la firma SERCA S.R.L, según consta en el aviso fúnebre publicado en el diario El Litoral del 11 de mayo.
Es martes, el sol se apiada del barrio San Lorenzo. Las casas siguen húmedas, frías, destruidas. Han pasado 70 días desde que ingresó el agua. La verdad y el horror están a flor de piel. Un vecino se acerca y dice que nació de nuevo, que lo sacaron de su vivienda, cuando rompieron la ventana, segundos antes de un desmayo mortal. “Yo nací de nuevo, yo nací de nuevo”, repite, mientras hunde sus labios en el filtro del cigarrillo.
“DON MARINO”
En el corazón del barrio se enclava un comercio que tiene 50 años de historia. Sus dueños son queridos. Construyeron un respeto a base de gestos solidarios. Tienen el negocio en la planta baja de una vivienda coqueta, pero no pomposa. Cuando ingresó el agua, alcanzaron a subir algunos bienes, pero nadie imaginaba que el Salado alcanzaría los cuatro metros en ésa manzana. Don Marino tenía 73 años y fue uno de los primeros en subir a la planta alta. “Si sube un escalón más, yo me muero”, le dijo a un vecino que lo acompañaba. El agua estaba a escasos centímetros de ingresar en lo alto. Ya habían perdido todo en el comercio y se resignaba a que ocurra lo mismo con su casa. Cuando el agua salpicaba ya el piso, Marino se sentó en un sillón, se desplomó y murió. Su nombre no figura en la lista oficial de fallecidos.
EL “MONO”
El 1º de mayo un aviso fúnebre pasó casi desapercibido. Rubén Alberto Gazziano, “el Mono”, había muerto durante la emergencia hídrica. Según conocidos, Gazziano transitó la zona del club de golf, del Jockey, en los primeros días del ingreso del agua. Fuentes confiables dijeron que “el mono” intentó salvar las vidas de los caballos de carrera que se encontraban en uno de los stud del Hipódromo. Fue entonces que sufrió una insuficiencia cardíaca. Estuvo internado unos días en un Sanatorio local. El fallecimiento estuvo rodeado por el hermetismo de los familiares, que aún hoy cierran los ojos cuando los invade la congoja. Gazziano fue diputado nacional y provincial de Santa Fe, por el partido justicialista. Tuvo activa participación empresarial en el Hospital Italiano (como Interventor – Liquidador). Según el aviso fúnebre publicado por el Diario El Litoral, del 2 de mayo, sus restos fueron inhumados en el Cementerio privado Lar de Paz.
Su nombre tampoco figura en la lista oficial de víctimas fatales difundidas por el gobierno.
“LA NEGRA”
Mariana Rabaini es periodista. Colabora con el grupo de trabajo “Santa Fe Documenta”. Desde los primeros días trabajó en los centros de evacuados. Junto a otros compañeros decidieron documentar toda la catástrofe, en fotos y videos. Fue quien le sugirió al periodista Andrés Kliphann, del programa “Día D” que visite el barrio Centenario. Allí fueron. No sólo se encontraron con postales dantescas, sino que ubicaron a una mujer que dijo perder a su madre por la bravura del Salado. “La Negra” Bovino contó cómo su mamá, Lucía, pereció en aquellos días en un centro de evacuados, víctima de un cuadro de descompensación general. Su nombre no fue oficializado.
“PREGUNTÁLE A PREFECTURA”
El 3 de mayo, el diario El Litoral publicó que “Este mediodía, buzos tácticos de la policía, retiraron del agua, en la cercanías del Puente Carretero, el cuerpo sin vida de un pequeño de 4 o 5 años, que no fue identificado”. La noticia salió “desde adentro” de la Jefatura y fue “levantada” por varios medios de comunicación de la ciudad. Inmediatamente, voceros de las fuerza de seguridad santafesina, desmintieron el caso. “Preguntále a Prefectura, ellos están encargados de las tareas de rescate”, le dijeron a una colega cuando consultó por el caso, y agregaron: “nosotros ya no intervenimos tanto, ahora los hacen ellos (por Prefectura), ellos nos informan sobre los cuerpos encontrados”.
Lo cierto es que ningún menor de 4, 5, 6 o 7 años figura en la nómina de fallecidos, que se quedó clavada en 23, el 8 de mayo. Fuentes judiciales, confiaron que “el juez (Diego) De la Torre no investiga ningún caso mortal que involucre a menores de ésa edad, no tenemos expediente que hable de ello, porque no hay actuaciones policiales ni sanitarias al respecto”.
Si la información fue difundida por la Policía, ¿Por qué no informaron la identidad del menor encontrado o, en todo caso, desmintieron la versión?
El parte de prensa Nº 130/2003, de la división RELACIONES POLICIALES de la Policía de la Provincia de Santa Fe, (fechado el 5 de mayo) informa que son tres los menores encontrados muertos: PRISCILA ANDINO, de 18 meses (llegó con sus padres al Hospital Cullen. Falleció por hipotermia), DIEGO GALVÁN, de 21 días (falleció de muerte súbita en un centro de evacuados) y URIEL RAMÓN CASTILLO, de 30 días (quien murió asfixiado en la zona posterior del Tiro Federal y fue encontrado por buzos de la Prefectura).
El parte 130/2003 registra 22 muertes. Un día antes (el 4 de mayo), El Litoral, informó que, según fuentes policiales, los fallecidos por la emergencia eran 23.
“JAIRO”
En la madrugada del 20 de mayo falleció en el Hospital Iturraspe, un chico de nueve años, enfermo de leucemia. Se llamaba Jairo Maldonado y era oriundo de Santa Rosa de Lima. Cuando el agua tapó su casa, él y su familia buscaron refugio en el centro de evacuados que funcionó en la institución israelita I.L Peretz. El pequeño iba a recibir un trasplante de médula que iba a ser donada por su hermana, pero el Salado lo obligó a cambiar de planes, y evacuarse. Jairo corrió serios riesgos sanitarios por su enfermedad, lo que generó la activa participación de las autoridades de la institución en el traslado hacia Buenos Aires o Rosario. Según el personal docente que trabajó en el centro de evacuados, el nene no fue trasladado porque no tuvo la autorización del médico oncólogo del Hospital Iturraspe que lo trataba. “El Litoral”, del 21 de mayo, señala que “Cuando se le realizó una punción lumbar para un estudio de su estado de salud, el chico se contagió de neumonía y debió ser internado”. Una voluntaria recuerda el caso: “fue terrible…en realidad, Jairo llega al Kinder, porque una docente lo encuentra con su familia en una casa sin techo, donde se habían autoevacuado en principio. Al ver el estado del nene, decidimos alojarlo en la (I.L) Peretz, pero tenía las defensas muy bajas”. El pequeño Maldonado es otro de los casos que no figura en la lista oficial de víctimas fatales por la emergencia hídrica.
LAS AGUAS BAJARON, LAS DUDAS QUEDARON
La diputada radical Alicia Ester Tate presentó en el recinto de la Cámara Baja provincial dos pedidos de informes orientados a despejar las dudas que quedaron en la ciudad luego del descenso del Salado. Uno de ellos está dirigido al Ministerio de Gobierno y la Dirección General de Registro Civil. Se solicita: “Pedir copias de la totalidad de las actas de defunción correspondientes a muertes producidas en el Departamento La Capital, entre el 15 de abril y el 31 de mayo. Informar si se cuenta con información, presentaciones o trámites vinculados a fallecidos no identificados, y en tal caso, dar cuenta de los lugares y las circunstancias de los fallecimientos. Informar si se han recibido consultas sobre personas no ubicadas por sus familiares o allegados y/o presuntamente fallecidas, y en tal caso aportar detalles sobre diligencias practicadas en cada caso y los resultados derivados de las mismas”.
El texto del pedido se fundamenta en la necesidad de conocer todos los detalles acerca de las personas desencontradas, desaparecidas o fallecidas que hayan sido probablemente, víctimas de la inundación.
Otro de los pedidos de informes pregunta sobre la incorporación de fuerzas federales a las tareas de seguridad en los primeros días de la inundación, cantidad de personal afectado, cómo se gestionó la intervención de esas fuerzas en la ciudad y cómo se administraron las tareas de prevención o represión del delito. El texto se fundamenta en el testimonio repetido de los inundados que permanecieron muchos días sobre los techos, cuyos comentarios indican que las fuerzas federales habrían reprimido con ferocidad durante la emergencia hídrica. “Estos procedimientos también incluirían, según las versiones, a supuestos inocentes que habrían resultado víctimas de tales operativos e incluyen apellidos de presuntos delincuentes ultimados (Sanabria, Panza, etc)”, dice un fragmento del texto ingresado en Diputados el 29 de mayo, firmados por los diputados Alicia Tate y Alfredo Luis Cecchi.
Otros legisladores, en este caso diputados nacionales, presentaron un proyecto de comunicación para que se informe sobre los detalles del Sistema de Seguridad Interior durante a inundación en la ciudad de Santa Fe, a partir del día 28 de abril, sobre personas muertas, desaparecidas o accidentadas. La legisladora Lilia Puig encabeza el pedido de informes, junto a Carlos Iparraguirre y Alicia Gutiérrez.
El 7 de mayo, la Fiscal Federal Cintia Gómez había firmado una medida cautelar para que se investigue el destino de 1.775 personas que se encontraban “desaparecidas” (tal como figuraba en el escrito). Algunos días después, la cifra descendió y en la actualidad, según la Unidad de Búsqueda de Personas, los desencontrados son tres: Rosalía Ballesteros, de 83 años, Victoria Godoy, de 70 y Mirta Barrasin, de 25, ésta última oriunda de la provincia del Chaco.
EL FUTURO
A setenta días del ingreso del agua, las dudas sobre la cifra total de fallecidos ya llegaron a los principales despachos de la Casa Rosada. (Ver notas relacionadas). El Secretario de Derechos Humanos de la Nación, el abogado Eduardo Luis Duhalde, se comprometió a investigar. Fuentes confiables dijeron a NOTIFE, que el Ministerio de Justicia de la Nación activará medias al respecto. Para despejar la dudas que “inundan” a los santafesinos.
En definitiva, para conocer la verdad.
Y para que las víctimas descansen en paz.
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