Nicolás Maduro resucita la Guerra Fría en el Caribe
El aterrizaje de dos gigantescos bombarderos rusos Tupolev 160 en Caracas y las acusaciones de Nicolás Maduro contra John Bolton, asesor de Seguridad de EEUU, quien lideraría un supuesto plan para derrocarlo, asesinarlo e instaurar un consejo de gobierno transitorio en Venezuela, han recordado viejas estampas de Guerra Fría en el Caribe, como aquellas ya históricas en blanco y negro interpretadas por Fidel Castro.
“Su objetivo [comandos entrenados en EEUU] es desembarcar, tomar y neutralizar” tres bases aéreas y navales, aseguró Maduro. “Les vamos a dar una lección de dignidad que no olvidarán en mil años”, remachó el primer mandatario, orgulloso de la visita de los famosos “cisnes blancos” de su aliado Vladimir Putin. En cambio, según el Parlamento, estos aviones supersónicos capaces de portar misiles nucleares de corto alcance y veteranos de la guerra de Siria habrían violado el espacio aéreo venezolano, ya que no pidieron permiso a la Asamblea Nacional.
El chavismo ha iniciado así una ofensiva diplomática, incluida la extraña exhibición militar, con una fecha señalada en rojo en el calendario revolucionario: el 10 de enero. “Gobierno que se quiera ir de Venezuela con sus embajadores que se vaya. Ningún embajadorcillo me va a poner mala cara, ¡o me respeta o se va!“, amenazó el presidente al referirse a la toma de posesión de su segundo mandato, prevista para la segunda semana de enero.
La juramentación presidencial será desconocida por la mayoría de los países de la región, por EEUU, Canadá y la Unión Europea, que todavía ultima una posición común de cara a ese día. El viaje de Maduro a Moscú, el apoyo constante de Cuba, la visita a Caracas del presidente turco Recep Tayyip Erdogan y los abrazos con autoridades iraníes y norcoreanas conforman las alianzas visibles que apoyarán de forma irrestricta al líder bolivariano.
La “demostración de fuerza”, como la describe el alto mando militar de la revolución, no ha pasado ni mucho menos desapercibida para EEUU. Varios de sus portavoces la criticaron con dureza, incluso el secretario de Estado, Mike Pompeo, sostuvo que “rusos y venezolanos deben ver esto como lo que es: dos Gobiernos corruptos despilfarrando fondos públicos y aplastando la libertad mientras sus pueblos sufren”. Se trata de la tercera vez que ocurre esta especie de vuelo de entrenamiento (2008 y 2013) y en todas ellas en medio de tensiones entre Moscú y Washington. Sarah Sanders, portavoz de la Casa Blanca, aseguró que los bombarderos regresarán a territorio ruso este mismo viernes.
Al rifirrafe diplomático también fue “invitada” Colombia, con quien vive constantes capítulos de tensión. La respuesta comedida de su presidente, Iván Duque, recibió una nueva andanada de Maduro: “Escúchame, carita de ángel y alma de diablo. Inamistoso es tener campamentos de mercenarios como hay en Colombia”. Maduro bautizó a un nuevo grupo paramilitar como G8, “con 734 mercenarios entre colombianos y venezolanos, que atacarán unidades militares en la frontera”.
“Estamos ante una puesta en escena que se concreta tras la visita de Maduro a Moscú, una pantomima que tenían mucho tiempo queriendo llevar a cabo. La gran pregunta es a cambio de qué y me atrevo a suponer que lo que estamos viendo le está costando caro al país”, razonó para EL MUNDO el internacionalista Mariano de Alba, radicado en Washington.
“Farsante”, contestó desde EEUU el mayor general Hebert García Plaza, importante mando del ejército bolivariano exiliado hoy tras romper con Maduro. Este ex ministro de Chávez y de Maduro sostiene que es “contradictorio que denuncies planes conspirativos y en vez de reforzar las medidas de seguridad la mitad del personal militar salga de permiso hasta el 27 de diciembre”.
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