Horror
"No había denuncias por violencia de género contra el agresor" declaro Margarita Romero
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"Una junta médica había determinado que estaba apto para portar el arma reglamentaria", indicó la jefa de la URI,
Fue un llamado al 911 el que activó el protocolo de emergencia para lo ocurrido este viernes en barrio Nueva Esperanza. Según relató la jefa de la Unidad Regional I, comisario Margarita Romero, un móvil del Comando Radioeléctrico fue comisionado al domicilio. Al llegar, la situación ya era crítica: la exmujer y una de las hijas del agresor habían logrado salir y fueron rápidamente trasladadas al hospital Iturraspe, una de ellas con heridas de bala y la otra en estado de shock.
El agresor, en cambio, permanecía dentro de la vivienda, atrincherado y armado, completamente fuera de sí. Se negó sistemáticamente a deponer su actitud y apuntaba constantemente con su arma.
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Violencia creciente y disparos al GOE
A medida que avanzaba el tiempo, la tensión no hizo más que aumentar. Pese a los esfuerzos del negociador del GOE, el sujeto se mostró cada vez más hostil. En un momento llegó incluso a salir brevemente de la casa y disparar contra un perro en la vía pública, para luego abrir fuego contra los propios efectivos del GOE. Uno de esos disparos impactó en el escudo balístico de un agente.
"El objetivo del GOE no fue herirlo, sino reducirlo y neutralizar la situación", explicó la comisario Romero. Sin embargo, los disparos obligaron a una respuesta táctica inmediata. El agresor volvió a ingresar al domicilio, y allí permaneció por más de dos horas adicionales.
La orden final: ingresar y reducirlo
Tras casi tres horas de negociación fallida, con un hombre completamente alterado y hostil, la jefa policial ordenó el ingreso del equipo táctico para reducirlo con el menor daño posible. Así fue como se ejecutó un disparo de neutralización, que impactó en una pierna del agresor. Fue inmovilizado y trasladado bajo custodia al hospital Cullen.
Según confirmó la jefa, tanto el atacante como los agentes involucrados están fuera de peligro, aunque uno de los uniformados sufrió una descompensación y debió ser asistido en el hospital Iturraspe.
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No había denuncias por violencia de género previas
Uno de los datos más inquietantes que arrojó el caso fue que, pese a los rumores vecinales sobre antecedentes de violencia, no existían denuncias formales de violencia de género en las comisarías ni en los centros de denuncia. Lo único registrado era un antecedente administrativo del año pasado, donde el policía no estaba implicado directamente.
Además, se confirmó que Muga había sido reincorporado a la fuerza en julio de 2023, tras pasar más de 10 años en disponibilidad por una causa de cohecho, no vinculada a violencia doméstica. Una junta médica había determinado que estaba apto para portar el arma reglamentaria.
El rol de la policía y el operativo de contención
Ante versiones que apuntaban a que el agresor ya había mostrado signos de alteración la noche anterior —incluso con disparos en paños menores—, Romero aclaró que el patrullero que se acercó en ese momento no detectó una situación delictiva activa, ni se corroboraron detonaciones. Ese episodio, al igual que otros aspectos del caso, quedó bajo la lupa de la investigación interna y de la fiscalía.
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Mientras tanto, se activaron todos los protocolos de contención a las víctimas: tanto la expareja como su hija adolescente están siendo acompañadas por equipos interdisciplinarios de atención a víctimas del delito. También se desplegaron recursos de bienestar policial para asistir a los agentes y a los propios vecinos, que atravesaron momentos de angustia profunda.
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Una investigación que apenas comienza
El caso, ahora en manos del Ministerio Público de la Acusación, deberá esclarecer si hubo negligencias previas, omisiones o errores en la evaluación médica que permitió el regreso del efectivo a sus funciones. También se analizará si se cumplió el protocolo correspondiente ante el primer llamado de alerta realizado por los vecinos la noche anterior.