Acudió al Congreso rodeado de críticas y sin el apoyo de parte de su gabinete.
Pedro Sánchez, al borde del colapso

Crisis para el presidente español por un nuevo escándalo de corrupción
Pedro Sánchez atraviesa el momento más crítico de sus siete años al frente del gobierno español. Un informe de la Guardia Civil vincula a dos figuras clave del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que él lidera, con una red de cobro de sobornos para adjudicar contratos públicos.
La investigación, realizada por la Unidad Central Operativa (UCO), señala al exministro de Transportes, José Luis Ábalos, y a su sucesor en la Secretaría de Organización del PSOE, Santos Cerdán, como protagonistas de la trama. Ambos habrían participado en el cobro de comisiones ilegales para beneficiar a determinadas empresas con obras públicas en distintas ciudades del país.
La relación personal y política entre Sánchez, Ábalos y Cerdán es estrecha. En 2016, los tres recorrieron juntos España en busca de apoyos para que Sánchez recuperara la jefatura del PSOE. Hoy, esa alianza está en el centro de la tormenta.
Disculpas insuficientes
Sánchez intentó controlar el daño con una breve intervención desde la sede del partido, donde se mostró visiblemente afectado. Sin embargo, las disculpas no convencieron a sus aliados ni a la oposición.
“Las explicaciones son insuficientes”, afirmó la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, en televisión. “No es cierto que la corrupción sea inevitable”, advirtió, marcando un claro límite: “Si esto se extiende al Partido Socialista, estamos ante un mecanismo irregular de financiación política. Y eso es gravísimo”.
La portavoz del gobierno, Pilar Alegría, agregó incertidumbre al declarar: “¿Van a aparecer más nombres? No lo sé”. Esa respuesta alimentó la desconfianza de Sumar, coalición de 15 partidos de izquierda, algunos de los cuales ya barajan abandonar el gobierno.
Ausencias notorias en el Congreso
En señal de protesta, los ministros de Sumar —salvo quienes debían responder preguntas parlamentarias— no asistieron este miércoles a la sesión de control al gobierno en el Congreso.
Sánchez llegó temprano, a las 8:15, para una sesión que comenzaba a las 9. En el exterior del Parlamento, vehículos con carteles lo señalaban directamente como “corrupto”.
Es la tercera aparición pública del presidente en menos de una semana. El próximo 9 de julio volverá al Congreso para una sesión especial dedicada exclusivamente a responder sobre el caso.
Sánchez descarta elecciones anticipadas
Ante los rumores de una posible convocatoria electoral, el presidente fue claro: “El único adelanto que va a haber no es el de las elecciones. Es el de sentencias, después del verano, contra el Partido Popular”, dijo.
Y defendió la respuesta de su partido: “La corrupción cero no existe. A diferencia de ustedes, nosotros la expulsamos”. Agregó que su gobierno ha actuado frente a este caso, y que la crisis no debe eclipsar “el extraordinario momento económico y social que atraviesa nuestro país”.
La oposición pide su cabeza
El líder del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, desafió a Sánchez en el Congreso: “No me faltan ganas (de presentar una moción de censura). Me faltan cuatro votos”. Añadió: “Ábalos fue el principio, pero Cerdán no será el final”.
Feijóo lo acusó directamente: “Usted es el lobo que ha liderado una manada corrupta todos estos años”, y emplazó a los socios de Sánchez a decidir si seguirán siendo cómplices: “Tienen que elegir si quieren seguir en la trama de corrupción”.
La bancada del PP acompañó sus palabras con gritos de “¡Dimisión!”.
Desde Vox, su líder Santiago Abascal lanzó duras acusaciones: “Mientras su entorno robaba, los españoles hacían la declaración de la renta. Es usted un indecente, un corrupto y un traidor”. Luego abandonó el hemiciclo sin escuchar la réplica del presidente.
Fracturas entre los aliados
La crisis ha profundizado las tensiones entre Sánchez y sus socios parlamentarios. Ione Belarra, líder de Podemos, fue contundente: “Políticamente, la legislatura ya está muerta”. Su partido no participará en las reuniones que Sánchez inició con las fuerzas que apoyaron su reelección en 2023.
Tampoco se sumará el Bloque Nacionalista Galego (BNG). Junts per Catalunya, en cambio, sí se sentará a dialogar, aunque condiciona su apoyo: exige la aplicación efectiva de la ley de amnistía para líderes independentistas catalanes y que el catalán sea reconocido como lengua cooficial en la Unión Europea.
Esquerra Republicana, más moderada, pide eliminar los fueros que protegen a políticos implicados en corrupción y sancionar a las empresas que pagaron sobornos. Su portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián, fue directo: “Ustedes actúan contra la corrupción cuando la UCO la detecta”.
Aunque ninguno de estos partidos desea un adelanto electoral —porque aún esperan que se cumplan concesiones pactadas—, la sospecha de que Sánchez conocía o toleraba las prácticas ilícitas inquieta a muchos.
Malestar dentro del PSOE
Las críticas también surgen dentro del propio Partido Socialista. Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, declaró: “Este es el momento más grave de credibilidad del PSOE en su historia reciente”. Y añadió: “Sánchez nos está metiendo en un laberinto sin salida. Lo dramático es que no hay salida digna”.
El alcalde socialista de Ames, Blas García, pidió elecciones anticipadas antes de que termine 2025: “Debe poner fin a este barullo y a la situación política irrespirable”, escribió en redes sociales.