ROSARIO: ANOCHE TRASLADABAN A LOS ÚLTIMOS ANCIANOS DEL GERIÁTRICO TRUCHO
El geriátrico clandestino de Don Bosco 137 al que anteayer se le dictó el cese de actividades por funcionar sin habilitación ya tiene su faja de clausura por orden de la Dirección de Inspección local. Sin embargo, al cierre de esta edición, el municipio debió trasladar en ambulancia a las dos últimas ancianas que quedaban en el lugar porque aún no habían sido retiradas por sus familiares. La decisión del director de Inspección, Claudio Canalis, había sido contundente: “Sí o sí” el ex hogar debía quedar desalojado anoche. Para cerciorarse de que el anuncio se cumpliera, las ahora ex empleadas del geriátrico trucho prometieron mantener una “guardia” en la vereda hasta que “el último viejito” saliera del lugar. Mientras tanto, según informó ayer el comisario de la seccional 8ª, Eduardo Centeno, en el caso ya intervienen dos juzgados, el de Instrucción Nº9ª, a cargo de Carlos Carbone, que investiga si existió abandono de personas; y el de Faltas Nº2, cuya titular es Liliana Puccio, por presunto “incumplimiento de mandatos legales” y la infracción de haber funcionado como geriátrico sin habilitación.
Según relataron las ex empleadas -que sacaron el caso a la luz tras impedir que la dueña del geriátrico, Marcela Arce, entrara al lugar si no les pagaba sus salarios adeudados-, desde que anteayer se desató el conflicto nunca abandonaron su “guardia” ante la casa. “Amanecimos en la calle y seguimos todo el día (por ayer) acá. Y no estuvimos nosotras cuatro solas, también se acercaron otras ex compañeras que trabajaron en el mismo lugar”, contó la asistente geriátrica Valeria Aglietti. Su testimonio fue confirmado por el comisario Centeno, quien graficó la situación diciendo que “siguen en pie de guerra”.
De todos modos, el principal problema desde que se conoció el caso fue la suerte que correrían los ancianos alojados, varios de ellos discapacitados o enfermos. La mayoría fue retirada por sus familiares, pero según contó Canalis, en algunos casos el traslado debió ser ordenado por el juez Carbone.
Cuando ya se acercaba la noche y aún quedaban tres viejitos en el lugar, Canalis instruyó al médico de su repartición, Ricardo Carrillo, para que dispusiera el traslado de los ancianos. “Sí o sí esta noche (por anoche) el lugar debe quedar desalojado”, sentenció el funcionario, decidido a que los ancianos no pasaran un día más en la casa de la zona noroeste. Así, una de las ancianas fue llevada al policlínico Pami I, otra al sanatorio Plaza y la tercera (tía de Arce) quedó al cuidado de su sobrina.
Con mirada de preocupación, la coordinadora del Programa de Asistencia e Intervención Directa de Promoción Social municipal, Susana Bonavía, admitió que, dada la holganza económica de la mayoría de las familias de los ancianos, el caso vuelve a sacar a la luz “un fenómeno social cada vez más fuerte: el abandono de la tercera edad, muchas veces por sus propios familiares”.
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