Rosario: En seis años cerraron más de 20 locales nocturnos
Los nuevos hábitos de los jóvenes ponen contra las cuerdas un negocio que ya no es tan redituable y que busca aggiornarse.
En las últimas fiestas de Navidad y Año Nuevo, sólo dos boliches bailables mantuvieron abiertas sus puertas. Y ninguno se llenó. Entre los dueños de locales nocturnos, el dato habla a las claras de la dura situación que atraviesa la noche rosarina. Hay otro: en los últimos cinco años cerró sus puertas una decena de discos y otros tantos bares culturales. Nuevos hábitos de los jóvenes, ordenanzas desactualizadas y cambios en los negocios ponen entre las cuerdas a los emprendimientos de la trasnoche.
En este contexto, desde el Concejo Municipal se planteó la necesidad de discutir una nueva ordenanza sobre la nocturnidad. La norma actual que regula el funcionamiento de los locales nocturnos, la Nº 7218, se sancionó en octubre de 2001 y según reconocen concejales de todos los bloques ha quedado desactualizada.
Es más, algunos advierten que la norma “resintió” la actividad nocturna de la cual la ciudad tradicionalmente hizo gala por la cantidad y variedad de espacios de diversión que, como el río o sus espacios culturales, resultaban una postal para promocionar Rosario (ver página 11).
Actualmente, según datos de la Secretaría de Control y Convivencia del municipio, son 22 las confiterías bailables habilitadas y 52 bares con amenización musical y números en vivo. La oferta nocturna se completa con 16 cantinas, cuatro peñas, dos milongas y una disco para menores de 18 años.
Seis años antes, en julio de 2011, los boliches eran 30 y había también 65 bares con amenización musical, 11 peñas, 15 cantinas y una disco para menores, de acuerdo a información brindada por el municipio y publicada en La Capital.
Achique
“La noche rosarina está cada vez más chica”, afirmó Guillermo Puyo, titular de las discos Blue Velvet y Borggia Social Club y uno de los impulsores de la cámara que agrupa a los empresarios del rubro.
Con 22 años al frente de boliches, Puyo todavía recuerda cuando las discos abrían de jueves a sábado. “Ahora apenas podemos hacerlo los sábados, el resto de los días sería ir a pérdida”, señaló.
En medio de esa nueva realidad, apuntó, quedaron más de una decena de emprendimientos, en algunos casos, emblemáticos de la movida nocturna local como Galiffi, Década, La Rambla, Loft o Free Pass, entre otras.
Para Puyo, “Rosario es una ciudad que se merece recuperar una vida nocturna pacífica, con mucha actividad y distintas propuestas”.
Sin embargo, la oferta no exhibe demasiadas novedades. Según datos de la Dirección de Habilitaciones del municipio, el año pasado abrieron sus puertas seis bares o restaurantes con amenización musical, dos bares con espectáculos en vivo, dos confiterías bailables y un teatro independiente.
Números muy pequeños si se los compara con el rubro que apareció como “la vedette” en materia de negocios nocturnos: los patios cerveceros.
Durante 2017 se abrieron 20 nuevas cervecerías artesanales, sumándose a las 60 que ya existían en la ciudad. Los bolicheros ven el fenómeno como una lluvia de verano. “¿Cuánto chopp se puede tomar en la ciudad?”, se preguntan.
La última grande
El último domingo de abril del año pasado cerró la disco Madame. El complejo montado sobre el predio de Brown al 3000, donde funcionó la cervecería Schlau (casi un chiste del destino), se presentaba como el boliche más grande de Sudamérica. Con 10 mil metros cuadrados cubiertos y una superficie similar distribuida en patios y pérgolas, el boliche llegó a contar con ocho pistas funcionando a la vez y más de 200 empleados.
“Fue la última megadisco”, advirtió Puyo. Los cambios en la rentabilidad del negocio, en los gustos de los jóvenes que ahora parecen preferir espacios más pequeños y los altos costos de los operativos de seguridad que deban afrontar los dueños de los boliches, explican parte de la desaparición de esos grandes emprendimientos.
Pero para el titular de Blue Velvet también influyen la “competencia desleal” que plantean las fiestas en la calle o en casas de fin de semana y la oferta de festejos de otras ciudades, como las de disfraces de Paraná y Roldán o la “White Party” de Ramallo.
“Nosotros siempre fuimos respetuosos de las leyes, pero el problema es también que las ordenanzas que fijan los requisitos para el funcionamiento de los boliches han quedado desactualizadas”, sostuvo.
Por ejemplo, “los horarios de cierre nos obligan a bajar las persianas mucho antes que las discos de otras localidades y antes incluso de que se produzca el cambio de turnos de taxistas y policías, por lo cual los chicos quedan en la calle”, dijo y cuestionó también “los límites impuestos por el factor ocupacional”.
Este contenido no está abierto a comentarios