Tócala de nuevo Monk
“…Cuando Thelonious Monk se sienta al piano, toda la sala se sienta con él y produce un murmullo colectivo del tamaño exacto del alivio, porque el recorrido tangencial de Thelonious por el escenario tiene algo de riesgoso cabotaje fenicio con probables varamientos en las sirtes, y cuando la nave de oscura miel y barbado capitán llega a puerto, la recibe el muelle masónico del victoria hall con un suspiro como de alas apaciguadas, de tajamares cumplidos.
Entonces es Panonica o Blue Monk, tres sombras como espigas rodean al oso investigando las colmenas del teclado, las burdas zarpas bondadosas yendo y viniendo entre abejas desconcertadas y hexágonos de sonidos, ha pasado apenas un minuto y ya estamos en la noche fuera del tiempo, la noche primitiva y delicada de Thelonious Monk”.
“La vuelta al piano de Theloniuos Monk” Julio Cortázar.
El 10 de octubre de 1917, en Rocky Mount, Carolina del Norte (Estados Unidos), nació un niño, que estaría destinado a convertirse en uno de los grandes genios de la historia del jazz: Thelonious Sphere Monk.
Algunos años después, su familia se trasladó a Nueva York y en la gran manzana, con sólo cinco años, el pequeño Thelonious comenzó a coquetear con las teclas de piano.
Durante su adolescencia, realizó sus primeras presentaciones públicas, acompañando a su madre con el piano, cuando cantaba en una iglesia Baptista. Pero allá por los años 30’, el joven Theloniuos comenzó a sorprender con su talento, cuando ganó un concurso de aficionados al piano, en el famoso teatro Apollo del Harlem. Tras aquel concurso decidió profundizar sus conocimientos musicales en la prestigiosa Julliard School of music.
A finales de los años 30’, Theloniuos Monk, se asoció con el baterista Kenny Clarke, que por entonces trabajaba en la orquesta estable del "Minton’s Playhouse" y conoció al pianista del mítico club, Bud Powell, con quien entabló una gran amistad. Y precisamente al lado de estos dos músicos junto al saxofonista Charlie Parker y al trompetista Dizzy Gillespie, en la históricas jam sessions del Minton’s, dieron por terminada la era del swing y comenzaron la revolución del bebop.
Los historiadores del jazz cuentan que en 1944 Thelonious Monk grabó junto al inolvidable Coleman Hawkins los primeros discos oficiales del Bebop. Los 40’ fueron la década dorada del pianista, por aquellos años tocó con la big band de Dizzy Gillespie y creo algunos de los grandes clásicos de su obra como la cautivante “Round About Midnight”, la extraordinaria composición “Straigh No Chaser” y el clásico “Blue Monk”.
Según los estudiosos del jazz, su estilo pianístico oscilaba entre la modernidad de la armonía, las disonancias, la antigüedad de ciertos fraseos y el uso casi percusivo de los acordes. Pero esa oscilación, más que en equilibrio precario, permanece en el nivel del máximo desequilibrio tolerable. Sus creaciones dieron lugar a una música rica en tensiones y asimetrías, rica en angularidades, rica en silencios. De golpes más que de caricias.
Desgraciadamente los buenos tiempos se terminaron pronto y para el año 1951 Thelonious Monk fue arrestado junto a Bud Powell por consumo de estupefacientes. Tras dos meses de cárcel, le retiraron el permiso de trabajo y este triste acontecimiento le impidió actuar en Nueva York hasta 1957.
Finalizada la prohibición, el pianista realizó una vuelta triunfal a los clubes neoyorquinos con una banda que integraba a un joven virtuoso, un tal Jhon Coltrane.
Un tiempo después, tocó junto a los músicos Johnny Griffin y Roy Haynes. Por aquellos años, el pianista volvió a reencontrarse con el reconocimiento del público y se embarcó en giras por Europa y Japón. En aquellos días de gloria recuperada, incorporó a su banda a uno de sus compañeros de rutas más queridos: el saxofonista Charlie Rouse.
Pero en los primeros años de la década del 70’ luego de algunos problemas de salud, Thelonius Monk dejó atónitos a los amantes del jazz, cuando decidió renunciar a la música y se llamó a silencio. Los diez años de vida que le quedaban los pasó encerrado en su casa y sólo se podían acercar a él, su amigo Charlie Rouse y su protectora la Baronsesa “Nica”, aunque según cuentan los allegados a Monk, aquellos encuentros transcurrían en un silencio absoluto.
Hasta que el 17 de febrero de 1982, una hemorragia cerebral puso fin a su vida. Y aquel día, ese oso primitivo y delicado que hacía delirar con su piano a Julio Cortázar, nos abandonó para siempre.
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