Treinta años sin Federico Moura
El músico le puso glamour a la escena rockera post dictadura.
Hace 30 años moría, víctima de sida, Federico Moura, cantante y líder carismático de Virus, la banda que en los años ’80, a partir de su música influenciada por la new wave y el look caracterizado por las chaquetas cortas de cuero y el pelo corto, marcó el ingreso a la modernidad del rock argentino.
Con un inusitado glamour para la época en estas tierras y entonando melodías bailables con letras aparentemente pasatistas y divertidas, pero que invitaban a una segunda lectura más profunda, Moura se instaló al frente de Virus, grupo que compartió con sus hermanos Julio y Marcelo, en una escena que, con el final de la dictadura, pedía a gritos un recambio y un necesario “destape cultural”, similar al experimentado por la España post-franquista en los años 70.
Desde la edición en 1981 de Wadu-Wadu, el primer disco de Virus, con el que se dio a conocer ante el gran público, hasta su muerte ocurrida el 21 de diciembre de 1988, Federico Moura reformuló el rol del frontman en el rock argentino, que hasta ese momento mostraba al progresismo, con sus críticas a la moda, sus letras panfletarias y su sobreactuada seriedad, como su principal cara.
Mientras Los Twist aportaban revival y rescate del humor popular argentino; Sumo importaba los sonidos del post-punk; Los Abuelos de la Nada fusionaban reggae, pop y ritmos latinos; y Los Redondos hacían convivir bohemia, autogestión y rock; Virus, gracias a su cantante, era el símbolo del glamour y el hedonismo, sin renunciar a la aguda crítica social.
Discos como Wadu-Wadu, Relax, Agujero interior y Locura; y canciones como Una luna de miel en la mano (una oda a la masturbación), Me puedo programar, Bandas chantas arañan la nada, El probador, Pronta entrega, ¿Qué hago en manila?, Soy moderno, no fumo más, son apenas una muestra de ello.
Incluso, en su rol de gran referente local de la new wave, Moura apadrinó en 1984 a unos jóvenes Soda Stereo, a quienes les produjo su homónimo primer disco, cuando el trío comandado por Gustavo Cerati buscaba posicionarse como “los Police argentinos”.
Nacido en La Plata, el 23 de octubre de 1951, exactamente el mismo día que Charly García, la futura voz de Virus heredó de su madre, profesora de piano, la pasión y la facilidad para la música, con un particular gusto por los autores clásicos del romanticismo.
A lo largo de la década del ’70, Federico fue parte de la bohemia rockera platense desde su banda Dulcemembriyo, un grupo cuyo disco contó con una tapa ilustrada nada menos que por Carlos “El Indio” Solari.
Otros dos hechos que marcaron para siempre al líder de Virus en aquellos años fueron un viaje a Río de Janeiro, en donde disfrutó de la libertad sexual que se vivía en la ciudad carioca, y la desaparición de su hermano mayor Jorge, un militante del Ejército Revolucionario del Pueblo, en manos de un grupo de tareas de la dictadura.
Este acontecimiento inspiraría la canción Ellos nos han separado, apenas una prueba de qué lejos estaba Virus de tratarse de una banda pasatista.
Tras la fusión de las bandas Las Violetas y Marabunta quedó conformado el grupo que estaba destinado a cambiarle la cara al rock argentino, cuyas primeras presentaciones llamaron la atención no sólo por su look y sus ingeniosas letras sino también por la participación del grupo performático Caviar, que lideraba el actor francés Jean Francois Casanova.
Enigmático, seductor y con un gran manejo de la ambigüedad que su imagen generaba, este artista supo provocar que los focos apuntaran hacia él sin necesidad de llamar la atención ni generar escándalos mediáticos.
En medio del suceso obtenido con la edición del disco Locura, en 1986, Federico comenzó a luchar contra el entonces mortal virus del HIV, que lo obligó a replegarse de a poco de la escena.
La muerte de Federico Moura puso punto final a un ciclo del rock argentino que había empezado a cerrarse un año antes con la desaparición física de Luca Prodan y Miguel Abuelo.
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