Tropiezos en el pacto económico y social
El acuerdo económico y social que impulsa la presidenta Cristina Kirchner tiene todavía algunos resortes díscolos. Hace dos semanas, el ministro de Planificación, Julio De Vido, tomó como una bofetada en tiempos de paz la repentina cancelación de una reunión, que tenía fecha y hora, con la Asociación Empresaria Argentina (AEA). Un día antes del encuentro, la entidad había decidido no asistir, desaire que deja entrever que el establishment no está completamente seguro de ese gran pacto entre el Estado, la CGT y las empresas, para acordar precios y salarios.
La reunión iba a hacerse el 9 de este mes, a las 11 de la mañana. Tanto De Vido como la Presidenta vienen hablando últimamente con empresarios de todos los sectores. Como lo hace siempre, el ministro delegó el sondeo preliminar en su secretario privado, José María Olazagasti. Esos primeros contactos, que tuvieron de nexo a Teddy Karagozian, de la firma textil TN Plátex, fueron alentadores: parecían haber convencido a empresarios de primera línea, algunos de los cuales recibieron, un día antes de la visita, un pedido de confirmación telefónica desde el Ministerio de Planificación.
Por cuestiones todavía no aclaradas, el panorama cambió rápidamente para todos. Esa tarde, Jaime Campos, presidente de AEA, transmitió una decisión tomada en conjunto: se había resuelto no ir. Rápido como el rayo, Olazagasti hizo entonces de escudero de su jefe: les pidió a los empresarios contactados que dijeran, en adelante, que esos primeros llamados habían sido idea suya, no del ministro. Lo que podría considerarse el primer tropiezo de la nueva etapa que pretende encarar el Gobierno -y que ilusionó a los empresarios el viernes, en el encuentro fabril de Costa Salguero- tiene nombre y apellido: Héctor Magnetto, CEO del Grupo Clarín y uno de los vicepresidentes de AEA. "No es fácil recomponer esa relación", reconoció un operador que trabaja para la entidad y que sabe que Cristina Kirchner está dispuesta a cualquier tipo de apertura con el establishment siempre que no incluya a Magnetto. La Nacion intentó ayer, sin éxito, comunicarse con el presidente de AEA, Jaime Campos.
El fracaso de la reunión fue tratado en silencio por casi todos. "No quiero hacer ningún comentario, discúlpeme", se excusó Karagozian. "No hubo ningún encuentro planeado -dijo un vocero de De Vido-. Lo que no quiere decir que no hablemos con empresarios de las áreas que corresponden al Ministerio." Otros dirigentes de AEA acusaron a Karagozian de haber sobredimensionado las expectativas o de haber actuado por cuenta propia.
Karagozian es un hombre de perfil bajo. Muchas de sus gestiones relevantes caen en Jorge Sorabilla, tesorero de la Unión Industrial Argentina (UIA) y director de TN Plátex (la firma de Karagozian). Pero algunos de sus pares definían ayer el frustrado encuentro con De Vido como una patriada personal del empresario textil. "Es entendible, nadie quiere correr con el fracaso", razonó un operador que seguía el enredo. Fue curioso, por ejemplo, que La Nacion obtuviera anoche por lo menos tres versiones distintas de lo que había ocurrido. "Hay tipos que están haciendo un doble juego -reconocieron en un sector con llegada a la cúpula de la AEA-. Primero dijeron que sí y ahora se borran y le echan la culpa a Karagozian."
Tironeos internos
El desencuentro volvió a mostrar, como hace un año, cuando ocho dirigentes empresariales de primer nivel armaron en secreto un grupo para reunirse con De Vido y Néstor Kirchner a espaldas de Magnetto, hasta dónde llegan los tironeos dentro de AEA. El viernes pasado, luego de la conferencia industrial con mayor éxito en asistencia de funcionarios en mucho tiempo, un miembro de la junta directiva de la UIA se entusiasmó en conversación con La Nacion: "Estos [por el Gobierno] están dispuestos a negociar con todos menos con Magnetto".
La percepción generalizada de un país más abierto y conciliador lo pudo todo en los últimos días. Muchos de los empresarios que debían sentarse a la mesa principal con la Presidenta aceptaron, con resignación, al camionero Hugo Moyano entre los comensales. "¿Pero cómo no iba sentarse a nuestra mesa si así lo pedía la Presidenta?", se exasperó después uno de los dialoguistas, enojado con varios de sus pares.
Pero el conflicto con el Grupo Clarín acarrea un rencor que no se aplacó con la muerte de Néstor Kirchner. Días atrás, un operador de conversaciones semanales con el matrimonio de Río Gallegos diseccionaba el asunto con metáforas elocuentes: "La que le dio manija a la pelea con Clarín siempre fue ella -dijo-. A Néstor le gustaba mostrarte la granada, pero negociaba; Cristina te la tira sin problemas".
En cambio, en relación con otros sectores corporativos, la partida del ex presidente significó un cambio de postura. Desde hace varios días, por ejemplo, Roberto Baratta, subsecretario del Ministerio de Planificación, viene negociando con ejecutivos de compañías eléctricas nuevas condiciones para las firmas generadoras.
Se analiza, por ejemplo, subir los topes de 120 pesos por MW para el pago de lo que se conoce como margen de generación (es decir, la rentabilidad), medida que incluiría un aumento del pago por megavatio de potencia instalada, a cambio de un compromiso de inversiones. "Están más flexibles, ya no ladran tanto", reconoció el presidente de una de esas centrales.
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