UN JOVEN TERMINÓ EN LA COMISARÍA POR ESPIAR A SU VECINA
¿Ojeada furtiva o compulsión irresistible? ¿Oportunismo o premeditación? ¿Desde dónde mirar una mirada? Un par de ojos extraños cruza el límite ligero de un ventiluz ajeno y encuentra una escena inesperada: una joven se ducha y la intromisión visual la sobresalta. El mirón terminó dando explicaciones en la comisaría y la situación recorrió andariveles noticiosos con opiniones más expiatorias que encontradas.
Ocurrió antenoche, en una planta baja de Sarmiento al 1300. Una joven de 28 años tomaba una ducha cuando vio que la espiaban por el ventiluz que da a la cochera. Ante sus gritos acudió su novio, quien persiguió y retuvo al responsable, un joven de 28 años que vive en el cuarto piso del mismo edificio. El mirón fue conducido a la comisaría 2ª, en el marco del artículo 64 del Código de Faltas y recuperó su libertad a las pocas horas.
Para quienes se apegan al código mencionado la direccionalidad del vistazo tuvo poco de furtivo. “Si uno mira por una ventana del baño ya sabe lo que puede encontrar”, argumentaron, y consideraron que el hecho de que la abertura diera a una cochera obligaría a tomar algún recaudo.
Para otros, la reacción del novio de la joven, que entregó el curioso a la policía, fue exagerada. “Faltó humor”, dijeron a dúo Félix Temporetti y Jorge Besso desde la Facultad de Psicología de la Universidad de Rosario y acotaron que el tema se podría haber resuelto de otro modo, incluso con algo de diálogo.
En el primero de los casos se trataría de una mirada fortuita, en el segundo, se podría pensar que por vivir en el mismo edificio el curioso conocía a la mujer desnuda, claro que no desnuda, y entonces se quedó mirando un ratito, analizaron los especialistas.
En cualquiera de los dos casos se trataría de una mirada voyeurista pero tal connotación no amerita un delito, coincidieron Besso y Temporetti. “Con haber cerrado la ventana era suficiente. Salvo que se trate de un caso reincidente, que ya la venía molestando, porque eso ya tendría otra significación”, comentaron.
Para los psicólogos, la mirada aun en circunstancias normales siempre es voyeurista, “siempre hay como una espía del otro, caminando por cualquier calle hay un montón de ojos mirando”. Y aclararon que en el sentido lato del término un voyeur es alguien que vive los procesos de la sensualidad concentrados en la mirada.
“Sin llegar a esa definición de texto, quien más quien menos es voyeur porque a la gente le gusta espiar”, comentaron, y acotaron que esta sería la base del éxito de los reality show televisivos, donde millones de espectadores siguen de cerca vidas ajenas.
“Mirar forma parte de lo cotidiano pero la forma en que se difundió la noticia aparece como una patología ya puesta, donde la mirada aparece punible”, explicaron los psicólogos.
Mirada indiscreta
Para el penalista Daniel Cuenca, el hecho no pasa de una perturbación tal como lo tipifica el artículo 64 del Código de Faltas. La norma hace referencia a insultos, provocaciones o perturbaciones en forma individual o de grupo. “Es la falta más común, las que se consideran como molestias”. comentó.
En su opinión no hay delito en la situación que terminó con el curioso ante la policía. “Una simple mirada no creo que pase de un acto perturbatorio, siempre considerando que haya sido desde el exterior, sin entrar al domicilio”, argumentó. Y dijo que tal vez el hecho llegó a la policía porque en un primer momento conmociona el no saber qué finalidad tiene la mirada.
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