Una gata heroína salvó a su dueño de morir en un incendio
Al desatarse el siniestro, el hombre, con un precario estado de salud, estaba dormido. El animal lo arañó hasta despertarlo y pudo saltar por la ventana.
Loli, una gata blanca y negra de siete años, arañó el pecho de su dueño hasta que logró despertarlo y así lo salvó de morir quemado. El hombre, de 69 años, padece severos problemas de salud: se somete a diálisis tres veces por semana por un cáncer que le costó un riñón y tuvo diez operaciones en la rodilla derecha, por lo que usa una silla de ruedas. Ayer, seis horas después del incendio que lo dejó sin nada, Eduardo Tambascia no dejaba de llamar a su gata, refugiada en un techo vecino con la panza chamuscada por las llamas.
No es la primera vez que Loli socorre a su amo: hace un par de años, el hombre se cayó y permaneció horas tirado en el piso sin poderse mover porque sus familiares (que viven abajo) no estaban en la ciudad. La gata “lloró y lloró” en la casa lindera hasta que sus ocupantes se asomaron y descubrieron a Eduardo inmóvil en el suelo. Dos veces rescatado por su inseparable minina.
Todavía chamuscado y totalmente cubierto de tizne, Eduardo y su hermano José Luis intentaban ayer ver qué había quedado de la planta alta de la vivienda ubicada en pasaje Lisboa 2930 (altura de Rueda al 3000).
En ese piso José Luis tenía, hasta las 8 de ayer, un taller de arreglo y confección de zapatillas con el que se ganaba la vida. Se le quemó todo: calzados, materiales y herramientas “por unos 50 mil pesos”. Todo “irrecuperable”, no cesaba de lamentarse el hombre.
Aun así, también reconocía que su hermano estaba vivo. Y eso sí habría sido irremontable, admitía.
Eduardo es el mayor y duerme en la planta alta de la casa de José Luis, que hasta mediados del año pasado también habitaba la madre de ambos.
Aunque todo indica que el incendio pudo originarse por un cortocircuito en el lavadero de ese mismo piso, el cuarto que más avivó el fuego fue justamente el que ocupaba la mujer y que quedó, tras su muerte, como depósito de objetos en desuso. A continuación de esa pieza venía una cocina y, a la calle, el dormitorio en el que dormían Eduardo y Loli.
Reacción
La gata fue la primera que reaccionó, antes incluso de que el humo pudiera asfixiar a ambos. Presa del pánico, el animal se subió al pecho de su dueño y lo rasguñó hasta que el hombre se incorporó en la cama. “No entendía nada, hasta que di una bocanada y ahí caí en lo qué estaba pasando”, le dijo ayer a LaCapital.
Desesperado, con una silla rompió la ventana a la calle y el aire hizo que el fuego se avivara “como una oleada”. Así que no lo pensó dos veces y se arrojó desde el primer piso. Fue abarajado por los vecinos.
Luego, como pudo, se trepó nuevamente a una escalera que le acercaron y rescató a Jalisco, su perro ciego y sordo, agarrándolo como pudo de las orejas. Otra gata, Minú, se escapó y recaló en una carpintería lindera.
Pero la “heroína” de la saga fue sin dudas Loli, que luego intentó volver a trepar la escalera, lo que le causó algunas quemaduras en la panza. Y muy, pero muy asustada, terminó refugiada en el techo de pasaje Lisboa 2938.
Desde allí, al llamado reiterado de Eduardo, Loli ayer contestaba con fuertes maullidos, pero por nada quiso bajar y se limitó a asomar las orejas y un antifaz negro sobre trompa blanca. Su dueño confiaba en poder hacerla bajar para que por la tarde una veterinaria la curara.
“Desde que la encontré en el parque, así de chiquitita, es la gata más mansa que hay: duerme conmigo, me sigue a hacer los mandados, la llamo y viene”, contó el hombre, en un elocuente relato de lo que esos animales con que comparte casa significan para él.
Su vida no es ni será fácil. Con problemas renales por un cáncer que lo obliga a hacer diálisis durante seis horas tres veces a la semana y una pierna que, tras una decena de cirugías, le cuesta mover, Eduardo necesitará ayuda.
“No me gusta dar lástima, pero lo cierto es que mi hermano perdió todo”, afirmó José Luis, una vez que los Bomberos y una ambulancia de Emerger ya habían abandonado la escena, donde aún se enseñoreaba el humo.
Desde lo alto. Loli, la gata que se convirtió en heroína, ayer se mostró asustada pero igual no se perdió detalle.
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