UNA JABONERÍA RECUPERADA QUE ESPERA VOLVER A PRODUCIR
Después de manifestaciones y cortes de ruta con el fin de despertar la atención de autoridades provinciales y nacionales, desde el 15 de marzo pasado los ex trabajadores de Sagyd SA, una histórica fábrica de jabones y velas de Cañada Rosquín –una localidad de cinco mil habitantes ubicada a 130 kilómetros de Rosario–, tomaron la planta que está ubicada a la vera de la ruta 34, resistieron cualquier intento de desalojo y así lograron conservar sus fuentes de trabajo. Es más, el 2 de mayo la jabonería fue declarada en quiebra, aunque a los pocos días recibieron del juez de San Jorge Tristán Martínez la preferencia para la continuidad de la explotación de la empresa a manos de sus 83 obreros. Ahora la Cooperativa de Trabajo Jabonera Cañada Rosquín es la responsable de los bienes de la planta y planea reactivar la fábrica que desde 1950 le da vida a este pueblo del sur santafesino.
“Cuando estábamos en relación de dependencia cobrábamos nuestro salarios en cómodas cuotas y a veces los dueños ni siquiera cumplían. En los últimos 18 años la productora de jabón fue explotada por los hermanos Rodríguez, ellos vaciaron todo. Ahora queremos recuperar la producción y también mejorar la calidad”, contó Maximiliano Zanello, quien desde hace siete años es empleado de la jabonería rosquinense.
Según el ahora secretario de la cooperativa, “a mediados de marzo llegó un grupo inversor con intenciones de hacerse cargo de la planta”. “En esta fábrica se produce jabón tocador, velas, detergente en polvo y jabones en pan. Estos tipos llegaron con la intención de dividirnos y también querían que nos pongamos a trabajar sin cobrar los tres meses de sueldos atrasados. Hicimos una asamblea entre los trabajadores y decidimos rechazar la propuesta y tomar la fábrica”, indicó Zanello.
En el año 2000 la tradicional jabonería rosquinense tenía una plantilla de 150 empleados y al año siguiente entró en convocatoria de acreedores, por lo que 50 de ellos quedaron en la calle.
“Esa fue una situación muy triste para todos. Recuerdo que ese año nos dieron vacaciones obligadas y estábamos en nuestras casas esperando que nos vengan a decir si seguíamos trabajando o no. Mucho de los que quedaron afuera hacía décadas que estaban trabajando en la fábrica. Estábamos sin un mango y encima había que sentarse a negociar con la patronal”, recordó el empleado de 29 años, y siguió: “Los primeros pasos fueron difíciles, comenzamos a comunicarnos con el Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas y ellos nos orientaron para llegar a la conformación de la cooperativa. También se acercó gente de otras empresas recuperadas a brindar su solidaridad. Así nos fuimos organizando, pusimos los papeles en regla, nos capacitamos y ahora estamos preparados para funcionar como cooperativa de trabajo”. Con asesoramiento de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Rosario, el grupo de obreros que decidió seguir adelante con la jabonería presentó un proyecto de sustentabilidad económica en el Ministerio de Trabajo de la Nación con el propósito de recibir un fondo de desempleo y así terminar de gestionar la reactivación de la fábrica. También el programa aportaría alrededor de 70 mil pesos para la refuncionalización de las maquinarias, según apuntó el secretario de la cooperativa.
“La gente de Cañada nos brindó todo su apoyo y eso nos sirvió mucho. Esta fábrica ocupa un lugar importante en el pueblo ya que representa trabajo genuino para el 10 por ciento de la población. El cierre temporal de la planta significó un dolor de cabeza para los comerciantes”, comentó Zanello, al tiempo que destacó que “los proveedores se mostraron a favor de la cooperativa”.
Según el empleado de la jabonería, “tanto el juez como la sindicatura mostraron su predisposición para la continuidad de la explotación de la empresa quebrada a través de la cooperativa”.
Mientras los obreros se organizan para ponerse a producir, están en tratativas para que León Gieco, el músico nacido en Cañada Rosquín, toque a beneficio de la cooperativa a mediados de junio. “Él mismo nos dijo que quería estar acá cuando la fábrica comience a funcionar y colaborar con nuestro proyecto”, se entusiamó Zanello.
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