UNA JORNADA CARGADA DE VIOLENCIA PONE EN JAQUE AL GOBIERNO FRANCÉS
Cientos de miles de manifestantes se concentraron hoy en la céntrica Plaza de la República, ubicada en el corazón de París para mostrar al gobierno el rechazo total al contrato de primer empleo. En las calles, los estudiantes y sindicalistas marcharon con una sola consigna: “No al CPE”. El mensaje para el gobierno francés es contundente: más de dos millones de personas en todo el país exigieron, además del retiro de la polémica ley laboral, la renuncia del premier Dominique De Villepin, el principal impulsor de esta medida, que sumergió a Francia en una profunda crisis política y social que ya lleva ocho semanas.
Francia amaneció paralizada. El servicio de transporte público -micros, subtes y aviones-, funcionó con un cronograma de emergencia, lo que dificultó el traslado de cientos de miles de franceses a sus puestos de trabajo. Muchos se sumaron espontáneamente a la masiva marcha en solidaridad con los universitarios. Profesores y comerciantes también dijeron presente en la huelga general. La participación de todos los sectores sociales fue el distintivo de esta convocatoria, una clara señal que el gobierno francés deberá observar con atención.
En medio de las masivas protestas, De Villepin volvió a rechazar el posible retiro del CPE, desoyendo los reclamos de los sindicatos y estudiantes, aunque continuó con la línea de manifestarse abierto a las modificaciones que no sean de “orden legislativo”. El llamado del premier sonó aislado cuando el rechazo al CPE es masivo y general, según todos los sondeos.
Ganar o morir ha sido la decisión de De Villepin. Pero esta batalla por el momento la está perdiendo. “Somos más de tres millones hoy en las calles, es algo histórico, es impensable que el Primer ministro (Dominique de Villepin) permanezca inflexible en su posición”, afirmó el líder de la CGT, principal sindicato del país. “Para nosotros sólo hay una solución, que esa reforma sea retirada”, sostuvo.
En la plaza de la República, donde debería haber finalizado la manifestación al medidía, miles de estudiantes continúaron reunidos hasta muy entrada la noche. Allí se mantuvieron con firmeza: la desconcentración fue lenta, y estuvo marcada por fuertes incidentes. La Policía desplegó un fuerte operativo que incluyó carros hidrantes y el escenario se asemejó por momentos a un campo de batalla.
De un lado, un cordón policial antidisturbios intentó calmar la furia de los agitadores. Del otro lado, algunos “rompedores” o “casseurs” de los suburbios aprovecharon la confusión para generar destrozos: vidrieras de negocios rotos y saqueos a los estudiantes que sufrieron en carne propia el robo de bolsos, celulares y dinero. La represión no tardó en llegar: más de 110 personas fueron detenidas.
La huelga también se sintió fuerte en los Liceos. Al menos 25 universidades están paralizadas y ocupadas. También el personal de la Torre Eiffel, símbolo de la capital francesa, adhirió a la huelga, y el monumento permanece cerrado hasta la noche.
El conflicto sigue generando cortocircuitos en el seno del gobierno que de ahora en más deberá evaluar el costo político que estaría dispuesto a pagar si decide o no mantener hasta el final al CPE. El conflicto amenaza con arrastrar a todo el gobierno, entre ellos, al ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, uno de los candidatos para las elecciones presidenciales del año próximo. Hoy, el ministro volvió a diferenciarse de De Villepin al pedir que se suspenda la aplicación del contrato laboral durante las negociaciones para buscar un acuerdo.
En medio de fuertes críticas a De Villepin, una nueva figura apareció en la crisis. Es la ministra de Defensa, Michele Alliot Marie, que la prensa francesa ve como sucesora de Dominique de Villepin si la situación del premier se erosiona aún más. La última palabra la tendrá, claro, el presidente Jaques Chirac.
Este contenido no está abierto a comentarios