“Yo hice Teleteatro para la hora del té, la primer telenovela de la argentina”
-Según leí en algunas entrevistas que le hicieron usted nació en una familia de actores. ¿Cómo vivió su infancia?
La verdad es que fue muy divertida. En aquellos años los actores viajaban con sus familias, de manera que la primera vez que vine a Santa Fe tenía 2 años. Además, por aquel tiempo las temporadas duraban un mes, no como ahora que venimos por un día. Creo que salí de gira con mis padres hasta que comencé el colegio. Para mí esta vida era de lo más normal, yo no entendía porque había chicos que se quedaban todos los días en su casa. Cada vez que regresó a los lugares que yo conocí de chica, como a esta hermosa ciudad, para mí es un premio doble.
– También afirmó en entrevistas que sus padres le enseñaron sobre “la dignidad del actor”.
-Así es. Mi padre era un hombre que tenía una enorme vocación, la prueba está que murió por querer seguir siendo actor. Él tuvo un accidente muy serio saliendo del Teatro Eliseo, en Buenos Aires, y una pierna le quedó muy mal. Por este motivo se la tenían que amputar, el no quiso y a raíz de esto murió. El siempre decía que si le amputaban la pierna no iba a poder actuar más. Recuerdo que pocos días antes del accidente me estaba enseñando a recitar, y como yo no sabía leer el me repetía los textos de los poemas en voz alta. Yo como todo chico me distraía un poco y el me daba coscorrones en la cabeza y me decía: “nunca vas a ser actriz”. Así que estoy cumpliendo un mandato paterno.
-¿Es cierto que siendo usted muy joven salió de gira por todo latinoamérica con su madre, formando parte del staff de actores?
-Sí, es verdad, salí de gira con la Compañía de Olinda Bozán, que era una actriz cómica muy popular por aquellos días. Claro, en aquellos tiempos las producciones nacionales copaban todos los mercados de latinoamérica, lamentablemente a esos mercados luego los perdimos. Las películas argentinas eran muy admiradas en todos los países de la América latina y Olinda era un personaje muy popular. Entonces, nos fuimos con ella, recorrimos Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador y Cuba y nos quedábamos mucho tiempo en cada lugar. Aquella gira fue el mejor regalo que pudieron hacerme. Yo estaba maravillada con todos los lugares que recorríamos porque descubría un mundo nuevo. En aquel momento, los argentinos éramos bastante reacios a reconocer que formábamos parte de latinoamérica, siempre mirábamos a Europa. Justamente, por aquellos días, yo había leído una novela espléndida de Salvador De Madariaga, titulada “El corazón de piedraverde”, que trata de la conquista de México y el imperio Azteca. Conocer todos esos lugares fue importantísimo para mí.
-Su trayectoria cuenta que tuvo la suerte de ser dirigida por el gran dramaturgo argentino Armando Discépolo.
-En tres oportunidades fui dirigida por Don Armando. La primera vez, fue en una obra que ahora no recuerdo pero fue papel muy chiquito cuando recién empezaba. Luego, me dirigió en la puesta de “Pájaro de barro”, de Samuel Echelbaum, y me tocó el papel protagónico de Felipa Guzmán. Aquel personaje había sido estrenado por Eva Franco. Pero en esta oportunidad Eva Franco hacía otro personaje, la madre del muchacho que la deshonra a Felipa. Para mí fue una experiencia increíble, Eva fue muy generosa conmigo porque es muy difícil para los actores ser generosos con personajes que uno considera como propios. Este fue un gesto que siempre le agradecí a Eva. Fue un personaje que yo disfrute muchísimo y además, me dieron un premio por aquel trabajo. Y después, también hice con Don Armando “El gorro de cascabel” de Pirandello, en un programa doble donde hacíamos la obra del dramaturgo italiano y “Stefano”, de Discépolo, que eran dos grotescos. Realmente tuve el gran privilegio de ser elegida por el maestro Discépolo.
-¿Cómo era trabajar con Discepolo?
-Era muy placentero cuando el sabía que podía sacar mucho de vos, pero cuando no, era muy bravo. Conmigo siempre fue maravilloso, porque con una palabra que él me dijera yo lo entendía y esa palabra era siempre justa, siempre equilibrada. Haber trabajado y conocido a tantos grandes del teatro argentino es uno de los recuerdos enormes que tengo en mi vida. Porque no solamente conocí a Don Armando, que ya es palabra mayor, sino que también tuve la suerte de conocer a todos los grandes de la época. Yo viví dos vidas prácticamente, los tiempos de mis padres y mi generación. Es un gran privilegio el que tuve.
-También tuvo la suerte de trabajar en rediotreatros. ¿En que época?
– No fue el la época de oro del radioteatro porque ya existía la televisión, pero todavía eran importante. Yo trabajé mucho con Jorge Salcedo, en Radio Splendid y Radio el Mundo. También me contrataron para hacer Radio Cine Lux, que eran películas adaptadas para radio. La primera vez que entré a un estudio de radio, me enfrenté con esos monstruos que eran grandes actores, realmente fue duro, difícil. Yo era una novata total, pero conmigo, por ser hija de actores, fueron maravillosos. Y después hice mucha radio, recuerdo que trabajé en radio libertad, de Romay, antes que él tuviera el canal 9.
-¿Recuerda algún radioteatro en especial?
– No, que se yo, eran tantas, imaginate que se hacía una por mes. Lo que si recuerdo es que se trabajaba con muy buenos autores, por ejemplo Sergio De Cecco, escribía radioteatros con seudónimos.
-Y algunos años después llegaron a su carrera las telenovelas.
-No, antes. Yo empecé a hacer teleteatros al año siguiente del comienzo de las emisiones en argentina, en el 52’. En aquel momento, necesitaban actores y actrices jóvenes que quisieran hacer cosas, que tuvieran buena memoria, porque allí no había forma de tener apuntador. Ahora tampoco hay posibilidades de tener apuntadores pero las escenas son mucho más cortas, la edición subsana todo los errores.
-Así que nació con el género.
-Sí, yo hice “Teleteatro para la hora del té”, con Fernando Heredia, que fue la primera telenovela de la argentina.
-De todas las telenovelas que le ha tocado hacer, ¿Cuál es la que recuerda con mayor cariño?
– Que se yo, he hecho tantas. Es insoslayable “El rafa”, fue una telenovela que marcó un hito en su época, teníamos como 60 puntos de rating. Buenos Aires se paraba para ver “El Rafa”, estaban en el elenco Alicia Bruzo, Carlín Calvo, Alberto de Mendoza. Fui muy feliz haciendo aquella novela.
-También tuvo la suerte de trabajar en varias telenovelas cuyo autor fue Alberto Migre.
-Sí, hicimos novelas preciosas con Migre. La verdad que Alberto era un ser encantador, inteligente, caballero, es una pena que no lo tengamos más.
-Su carrera teatral cuenta que hace algunos años protagonizó una puesta de “Esperando a Godot”, con la dirección de Leonor Manso, que despertó muchos aplausos en el público.
-Sí, es más, la hicimos en el Teatro Municipal hará 8 o 9 años.
-¿Cómo vivió aquella experiencia?
– Fue maravillosa, pero muy dolorosa también. Dolorosa porque es una obra muy dura, el personaje de Lucky es un ser que Beckett no define porque es una cosa, un ser asexuado que está terminado y triturado, que ya no tiene ni voz para expresarse. Fue la primera vez que una mujer hizo a este personaje. Realmente fue muy doloroso por la postura corporal que tenía que representar pero también me dio mucho placer hacerlo.
-¿La sorprendió la convocatoria de Leonor para hacer este personaje?
-Me sorprendió y fue una felicidad muy grande trabajar con Leonor, porque es una excelente directora además de ser una gran actriz. También hice con ella “Soledad tango” de Carlos Pais.
– ¿Cómo la encuentra hoy, en este momento de su carrera, la obra de Di Cecco “El gran deschave”?
-Muy bien, la verdad que me divierto mucho haciéndola. Es un personaje muy descolgado de la obra, que pareciera que no tiene nada que ver con la estructura de la pieza teatral. Es un personaje mucho más ingenuo que el que hacen Rodolfo Ranni y Marta González, es de otra época. Me divierte mucho esta tana divertida, además la obra es una maravilla, es un grotesco moderno. Creo que ahora está más vigente que cuando se estreno hace 30 años porque ahora la incomunicación es más profunda, de eso habla la obra. También, la violencia está más presente es estas épocas y si bien la obra tiene mucha comicidad también tiene esa cosa violenta, es muy discepoliana.
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