Duro momento
"Jodieron mi vida y la de mis hijas": el fuerte descargo de Cinthia Fernández tras el cierre de su cuenta de Instagram

La influencer mostró los problemas que le genera no poder contar más con un perfil de redes sociales y se dejó ver enfurecida.
Fue un intento de empezar de nuevo, de barajar las cartas, pero se convirtió en un cierre abrupto y doloroso. Cinthia Fernández, una de las voces más activas en las redes sociales de Argentina, anunció su retiro —al menos por ahora— del mundo digital. Lo hizo con un mensaje crudo, desgarrador, que dejó al descubierto el profundo desgaste emocional acumulado tras una serie de golpes que no logran cicatrizar.
La decisión llega después de que su cuenta oficial de Instagram, con más de cinco millones de seguidores, fuera cerrada. Para ella, esa plataforma no era solo un espacio de exposición; era su principal herramienta de trabajo, su medio de vida, su canal de expresión y también su refugio. En una charla con Teleshow en aquel momento, había afirmado: "No estoy de humor, no estoy bien, me bajaron la cuenta. Estoy tratando de recuperar mi fuente laboral".
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Lejos de quedarse inactiva, abrió una nueva cuenta y en pocos días logró recuperar parte de su audiencia, sumando rápidamente más de 140 mil seguidores. Motivada por sus propios posteos donde pedía ayuda para alcanzar los dos millones, Cinthia apostaba a reconstruir su presencia digital. En un video, con el rostro visiblemente afectado y la voz quebrada, la mediática relató: "Regalo 2 millones de pesos si llegamos con esta cuenta a 2 millones de seguidores", lo que de inmediato captó la atención.
Luego, recapituló la situación: "Instagram me bajó mi cuenta principal, mi cuenta por la cual muevo mi actividad hace muchísimos años. Fue de manera muy injusta y realmente estoy tratando de rearmarme. De esta red social emanan tres empresas mías, mi local, mi marca de ropa y de maquillajes, y todas las empresas que me contratan gracias a Dios hace muchísimos años. Por ende, el daño fue muy profundo y de esto depende el futuro de mis hijas, las cuales ya conocen mi historia".
Y agregó: Entonces para mí es una situación muy difícil. Espero que me ayuden y tendrán su recompensa. Si llegamos a 2 millones uno de ustedes se llevará 2 millones de pesos. Por favor, ayúdenme y difundan de la manera que más puedan este video. Los quiero. Gracias". Sin embargo, ese intento se derrumbó; algo, o alguien, volvió a interferir.

"Bueno, para terminar de seguir haciéndome mier. Gracias. ¡Con esto ya cierro mis redes!"**, escribió este lunes por la noche en una historia de Instagram que generó un cimbronazo inmediato. No fue una simple despedida, sino una confesión en caliente, atravesada por la frustración, el cansancio y una herida abierta. La influencer escribió este mensaje de furia sobre otro de la plataforma que le anunciaba la eliminación de su último contenido compartido.
"Me voy a poner a reconstruir mi vida económica en otro lado", sentenció Cinthia, en un descargo que no dejó lugar a dudas sobre el impacto que esta situación tiene en su día a día. Su perfil no era solo una vitrina de su intimidad como madre de tres hijas o de sus rutinas como entrenadora y panelista televisiva. Era, además, una fuente de ingresos estable, sostenida en canjes, promociones y contenidos patrocinados. "Gracias a todos por el apoyo y a mis enemigos que lograron esto, buena vida. Ojalá laburen la mitad de lo que yo lo hacía", escribió con bronca, lanzando una clara acusación sin nombrar a nadie directamente.

La expareja de Matías Defederico, acostumbrada a enfrentar conflictos públicos y polémicas con una postura frontal e irónica, esta vez se mostró frágil, por momentos, vencida. No hubo sarcasmo ni provocación, tampoco acusaciones directas, pero sí una frase que evidenció su profunda sospecha: "Me jod... mi vida y la de mis hijas".
Cinthia había logrado construir una comunidad sólida, con seguidores que acompañaban su relato diario, sus entrenamientos, sus causas sociales y sus enfrentamientos mediáticos. Pero también convivía con la hostilidad constante: insultos, amenazas, denuncias, operaciones. En ese terreno movedizo, ella se mantuvo firme durante años, esquivando o devolviendo golpes. Hasta ahora.
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Este retiro —que no tiene fecha de regreso— no solo plantea un interrogante sobre su futuro profesional, sino que revela el costo emocional de habitar el espacio digital cuando se convierte en un campo de batalla. ¿Volverá con más fuerza después de un tiempo? ¿Logrará reconstruirse desde otro lugar? Por el momento, eligió el silencio. Un silencio que duele. Uno que suena como el eco final de una pelea que, por primera vez, parece haberla dejado sin fuerzas para seguir.