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Los polémicos comentarios transfóbicos de Giuliano sobre Luciana en Gran Hermano: "¿qué es esa piba?"
La incorporación de una participante trans desató todo tipo de polémicas dentro y fuera de la casa de GH; comentarios desafortunados y un mar de dudas abren paso a la posibilidad de conocer un poco más respecto a un colectivo minoritario pero que debe coexistir con las mismas reacciones cuando logra insertarse socialmente.
El fenómeno de Gran Hermano se ha convertido en el “reality show” de convivencia más visto en la televisión mundial durante más de dos décadas y la versión “argenta” no es la excepción. Si bien existen fanáticos acérrimos, también detractores del producto. La evolución de esta casa televisada se ve en distintos aspectos del programa, sin embargo, te invito a hacer foco en la incorporación de una participante transgénero y las opiniones entre sus compañeros que generan controversia en el afuera.
Antes de mencionar algunos de los momentos más llamativos de lo que se ha visto en solo una semana del inicio de esta nueva temporada, considero importante destacar que nada de lo que podamos ver o escuchar dentro de este experimento social es azaroso ni alejado de algunos parámetros impuestos o naturalizados por la misma sociedad de la que formamos parte, pues como comunicadora transgénero, solo veo situaciones comunes (aunque no correctas), pero les adelanto algo… es muy positivo.
En primer lugar, es muy interesante que Luciana es una bailarina de danzas clásicas y contemporáneas, con lo cual no es necesario aludir a las altas estadísticas de hombres y mujeres trans marginados del sistema y podemos comenzar a conocer a una persona diferente solo por su identidad de género (excluyendo todas las demás diferencias que existen en cada ser humano). En teoría de género, hablar de hombres y mujeres trans es correcto puesto que biológicamente pertenecemos a la especie homínida en la que se clasifica el sexo bilógico que puede ser macho, hembra o hermafrodita, pero los conceptos hombre y mujer son constructos sociales.
Luciana comenzó casi sin conectarse con los demás miembros de la casa, la producción “inocentemente” incluyó una cama extra en la habitación de hombres y una menos en la de mujeres, los ingresantes habían escuchado que habría una participante trans y las suspicacias comenzaron a aflorar. La primera víctima fue Andrea Lázaro que tuvo el “desatino” de elegir como modo y medio de vida, el entrenamiento físico. Esto generó en ella una imagen robusta y musculosa… ¡Vaya atrevimiento!, le costó ser la observada como “el trans” porque su expresión de género (la forma en la que se muestra al mundo) no es frágil y delicada como indican las normas sociales elementales.
Finalmente, el morbo de algunos participantes llegó a poner en la mira a la dulce bailarina. El más interesado (inicialmente), fue Giuliano Vascheto con una pregunta que nunca falta en la vida cotidiana: “¿Qué es?” “¡Mira si yo quería chapármelo!” (como si para ello solo bastara su decisión unilateral). De ese modo, no solo dejó de considerarla una mujer, sino que la convirtió en una cosa. Hay otros participantes que no saben cómo tratar el tema, pero intentan demostrar que es respetable.
No pasó mucho tiempo entre esa pregunta agresiva y el momento en que el mismo Giuliano le dijera a una compañera: “hoy parece más que nunca un (en masculino) trans”. Por su parte, en una de las tertulias de las chicas, comentan: “no se saca más esa pollera”, mientras que Delfina De Lellis remata diciendo que “debe ser porque le tapa el ‘tobul´”.
Sebastián es un jugador gay y con una expresión de género femenina por lo que pertenece a una diversidad, sin embargo, no deja de ser un varón cisgénero (es decir que se autopercibe hombre y su biología es masculina) y a la hora de nominar, hizo referencia a Luciana utilizando pronombres masculinos.
Si bien no se lo dicen frente a la persona a la que están cuestionando (cualquier parecido con la realidad NO es coincidencia), son pensamientos que reflejan falta de información, educación, valores y humanidad, pero no son cuestionamientos muy alejados de los que nos toca enfrentar a todas las personas transgénero.
La selección de estos momentos convertidos en citas textuales no tiene por objeto victimizar a un ser humano sino poner en evidencia que para nadie es saludable coexistir en un mundo en el que se cuestionan y se juzgan cosas que no tienen nada que ver con la calidad humana, anteponiendo eso a cualquier virtud que pudiera llegar a tener el sujeto cuestionado.
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Lo positivo de todo esto es que para quienes escribimos sobre género y diversidad resulta un oasis de oportunidades para poder ir abordando diferentes temáticas que nos ayuden a difundir las respuestas a muchos de los interrogantes que se ven en pantalla, pero también en la realidad como, por ejemplo: Cómo me refiero: ¿a él o a ella?; una persona trans, ¿tiene la obligación de presentarse como tal ante desconocidos?; ¿eso importa para poder sostener una simple charla?; ¿Desde cuándo un persona sabe cuál es su identidad de género?; ¿se puede elegir?; ¿cuál es la diferencia entre ser travesti, transgénero y transexual?, etc.
Solo resta decir que la caja de pandora ya está abierta y que aquí en Guaú Formosa iremos respondiendo a cada uno de estos interrogantes a través de situaciones poco felices que comienzan a ser más visibles al estar expuestas 24/7 y me animo a predecir que se seguirán reflejando un sinnúmero de conductas legitimadas por estructuras obsoletas (como la heteronormativa, la que solo concibe al hombre y a la mujer hetero cis), así como por la falta de información. La idea no es colonizar pensamientos sino, tan solo, aportar herramientas informativas y formativas que nos permitan actuar y posicionarnos con más conocimiento sobre el tema.