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“Un momento de caída y de dolor”: la fuerte confesión de Romina Uhrig sobre sus adicciones tras salir de Gran Hermano
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La exparticipante del reality show habló entre lágrimas de la difícil situación que vivió tras la exposición mediática y el apoyo profesional como clave de su recuperación.
Romina Uhrig habló por primera vez a corazón abierto de uno de los capítulos más oscuros de su vida. La exdiputada nacional y exparticipante de Gran Hermano habló con crudeza sobre el fuerte impacto que tuvo la fama repentina tras su salida del reality y cómo ese proceso la llevó a atravesar un período marcado por la noche, la fragilidad emocional y las adicciones. Su testimonio, brindado en un móvil con Infama (América TV), estuvo cargado de lágrimas, autocrítica y un mensaje de alerta.
“Fue un momento de caída, de mucho dolor”, confesó Romina al recordar los meses posteriores a su salida del programa de Telefe. Si bien reconoció que quien entra a un reality sabe que se expone, aseguró que nunca imaginó las consecuencias emocionales que vendrían después. “Cuando salimos de la casa todos tuvimos mucha fama y exposición, pero después no te imaginás lo que viene. De mí se dijeron muchísimas cosas”, expresó, visiblemente afectada.
Uno de los ejes centrales de su relato estuvo vinculado a su rol como madre y al vacío que sentía cuando sus hijas no estaban con ella. Uhrig es mamá de tres nenas y explicó que ese fue un detonante clave en su derrumbe emocional. “Cuando las nenas se iban con su papá yo me quedaba muy mal. No me podía quedar en mi casa, me tenía que ir porque me quedaba llorando, muy mal”, contó. Según relató, ese dolor se combinó con el peso de las críticas públicas y la llevó a buscar refugio en la noche.
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“Todo lo que se dijo de mí tuvo una consecuencia muy grande, que fue meterme en el mundo de la noche”, reconoció. Ese fue el inicio de un espiral que, según sus propias palabras, la llevó a vivir en dos años lo que no había vivido en más de tres décadas. “Creo que en los 35 años de vida no había hecho lo que hice en esos dos años. Me encontré con muchísima gente y ahí fui muy frágil”, admitió.
En uno de los momentos más duros de la entrevista, Romina habló abiertamente sobre su consumo. “Empecé a tomar pastillas y lo que le dicen MD”, dijo, en referencia al MDMA o éxtasis. Aclaró que nunca se animó a probar otras sustancias, pero dejó en evidencia el grado de dependencia emocional que había generado. “No quería salir si no tenía eso. Empezaba a buscar, a buscar y si no conseguía me ponía agresiva”, relató con total honestidad.
La exjugadora del reality show también apuntó a ciertos vínculos del ambiente que la empujaron a ese lugar. Sin dar nombres, habló de “una persona puntual del medio” que, en ese contexto de vulnerabilidad, le ofrecía cosas y la hacía sentir contenida en un falso clima de felicidad. “En el momento decís ‘gracias’ y te invitan cosas. Era un momento de alegría que no quería que se termine más la noche. Ya estaba pensando en el finde siguiente que iba a salir”, explicó.
Más adelante, Uhrig hizo una fuerte autocrítica al comparar esa etapa con la imagen que tenía de sí misma. “Soy una persona que me cuido mucho, que amo a mis hijas, sé la madre que soy, la amiga, la compañera. Entonces para mí eso fue fuerte. Siempre me creí fuerte y pasé por otras cosas feas, pero esto no lo pude manejar”, confesó entre lágrimas.
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El quiebre llegó cuando su cuerpo y su mente dijeron basta. Romina contó que atravesó un cuadro de depresión y ataques de pánico. “Entrás en una felicidad y después te queda el vacío. Estuve depresiva, empecé con ataques de pánico”, detalló. Fue entonces cuando una amiga detectó la gravedad de la situación y la ayudó a buscar ayuda profesional. “Me vio muy mal y me recomendó a su psiquiatra. Cuando me vieron, estaba muy, muy mal y empecé con medicación”, explicó.
Finalmente, Romina destacó su presente y el valor de poder contarlo. “Hoy, por suerte, estoy súper bien y pude salir de todo eso”, aseguró. Con su testimonio, la influencer no solo expuso una etapa dolorosa de su vida, sino que también dejó un mensaje claro sobre los costos emocionales de la exposición mediática y la importancia de pedir ayuda a tiempo, incluso cuando todo parece brillar por fuera.

