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Nicki Nicole brilló en los 300 años de Rosario y emocionó a todos con su primer show sinfónico
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En el Monumento Nacional a la Bandera, la cantante local celebró los 300 años de la ciudad con un repertorio único. El homenaje a sus raíces y las postales de una velada que quedará para siempre en la memoria colectiva
Rosario vivió un atardecer imposible de olvidar, de esos en los que todo el aire vibra distinto. Bastaba llegar a la zona del Monumento Nacional a la Bandera para sentir que ese martes no era como cualquier otro: el aroma a pasto recién cortado, el tránsito interrumpido y la marea de gente ocupando cada esquina del centro y del parque, rodeando el pulmón de la ciudad. Desde temprano, las familias, los grupos de amigos, niños con vinchas y banderas, se amontonaban junto a las vallas; algunos, con cartulinas caseras y brillantes, esperaron durante horas bajo el sol con la esperanza de un saludo, una mirada o una foto de Nicki Nicole.
Y la ocasión no era para menos: Rosario cumplía 300 años y Nicki, la voz de toda una generación y símbolo de la ciudad, estaba a punto de dar su primer show sinfónico en casa. La postal era auténticamente rosarina: el río Paraná como telón de fondo, el imponente Monumento abrazando a una multitud inabarcable y, al caer la tarde, la esperanza de ser testigos de algo irrepetible. Entre el murmullo juvenil y las charlas de las familias, se leían carteles como “Subime al escenario” o “Quiero un abrazo de Nicki”; los flashes, las banderas y los fanáticos hacían sentir que ahí no estaba solo la música, sino el orgullo entero de una ciudad.
La previa fue un auténtico despliegue local, ya que Juan Carlos Baglietto y Lito Vitale, junto a otros, encendieron el escenario con clásicos rosarinos e himnos populares. Cuando la tarde dejó paso a las primeras luces, el clima entre la multitud era puro nerviosismo y ansiedad. Frente al escenario, los fans se acomodaban como podían, buscando la mejor vista y apretando fuerte los carteles hechos a mano para su ídola. Y sin importar cuánto tiempo transcurriera, ellos dejaban en claro que nada los movería de sus lugares.
Pasadas las 19.45, por fin llegó el momento y el ambiente se llenó de cánticos y aplausos anticipando la llegada de la protagonista de la noche. Sobre el escenario, más de 70 músicos de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario, bajo la batuta de Nicolás Sorín, dieron la bienvenida a Nicki, quien deslumbró con un vestido blanco elegante y con detalles en pedrería que le dieron un aura angelical. El grito al unísono de las 250 mil personas se hizo notar de inmediato y el Monumento vibró entre aplausos, flashes y lágrimas. La cantante de 25 años, emocionada y agradecida, saludó: “Qué alegría poder decir esto: Buenas noches, Rosario. Estoy orgullosa de haber nacido aquí”. El show comenzaba con un repertorio pensado para conmover: la artista eligió sus mejores temas, todos adaptados a la potencia y sensibilidad de la orquesta, lo que logró combinar su estilo urbano y llevarlo a un camino completamente diferente tanto para ellas y sus seguidores, quienes esperaban con ansias escucharla.
La lista fue un viaje sensorial y emocional de principio a fin, que llevó a la multitud a escuchar con detenimiento cada una de las palabras de la cantante. El arranque con “Wapo Traketero” encendió el alma de todos: la canción con la que Nicki saltó de Rosario al mundo sonó ahora en clave sinfónica, con la fuerza de decenas de cuerdas y metales acompañando a la multitud en un grito colectivo. Pero no solo ella destacó ante el público, mientras se desplazaba con precisión a lo largo del escenario, sino que también le dio tiempo a los músicos que la acompañaban para sacar a relucir las habilidosas notas que salían de sus instrumentos y eran acompañadas tanto por luces de colores como por diseños visuales en las pantallas laterales.
Le siguieron “Colocao”, “Perdido” y “Ya No”, mientras los fans levantaban carteles con mensajes genuinos. La cantante los leía y los respondía con comentarios y gestos de complicidad, sabiendo que quienes estaban allí habían esperado ese encuentro desde hacía semanas. Y, momentos más tarde, la emoción creció aún más con “Pensamos”, cuando Nicki, visiblemente conmovida, sonrió al borde de las lágrimas al sentir el canto a coro. En paralelo, los flashes de los celulares iluminaban por completo el Monumento y su nombre sonaba a coro desde todos los rincones. El público, conectado desde el último rincón, se adueñó de la canción y el momento pareció congelarse: una artista y su ciudad vibrando a un solo ritmo, a metros del Paraná.
A mitad del show, llegó uno de los detalles de color que todos comentaron durante la noche. En “Tiene mi alma”, Nicki sorprendió a todos al aparecer en el escenario con un espectacular vestido largo negro, de espalda abierta y detalles de pedrería que brillaban bajo los reflectores y la luz azulada de la orquesta. El cambio de look sumó glamour y sofisticación al clima general; los aplausos se escucharon aún en los recovecos más alejados del lugar, y la artista se mostraba cómoda y segura, desplegando su voz en una versión íntima y poderosa del tema.
El ambiente del show fue una mezcla de euforia, nostalgia y agradecimiento para la protagonista de la noche, cuyas palabras dejaron su huella en los presentes. “Solo por ustedes, Rosario. Les juro que todo esto es por ustedes”, aseguró con los sentimientos a flor de piel mientras se preparaba para continuar con su repertorio. Hacia el final del show, Nicki sorprendió con “Otra noche”, tema ícono que canta a dúo con Los Ángeles Azules y que, en este caso, se enlazó con el clásico “Olvídala” de Los Palmeras, como tributo explícito a la cumbia santafesina y a las raíces locales. “Siempre Los Palmeras, siempre”, comentó con picardía mientras observaba la reacción de diferentes generaciones al escucharla frente al micrófono.
También hubo otros momentos humorísticos arriba del escenario, en especial cuando la intérprete se encontró una Copa del Mundo entre la multitud. “Argentina y Rosario, papá. El Leo nomás”, expresó mientras sostenía la réplica que le habían pasado desde las vallas y que trajo consigo un guiño al capitán de la selección argentina, Lionel Messi, también nacido en la ciudad.
“Ojos verdes” fue el tema que anunció la llegada del inminente final. Pero el público comenzó a reclamar más, por lo que comenzó a gritar repetidamente “Mamichula”, uno de sus temas más conocidos y que, ante la emoción de sus seguidores, entonó a la par de ellos como si de un dueto se tratase. Y, finalmente, “Parte de mí”, selló la despedida.
Durante este último tema, Nicki ya no pudo contener las lágrimas y dejó que cada una de ellas recorrieran su rostro. Entre sollozos sinceros y una sonrisa enorme, confesó a viva voz: "Me hicieron vivir la mejor noche de mi vida. Gracias de corazón. No saben lo que emociona a uno y lo que es estar en casa“.
Antes de despedirse del escenario, propuso lo que sería el broche de oro de la celebración: la gran foto soñada. Pidió a la orquesta y a la gente que giraran de espaldas al Monumento y al río, invitando a registrar el momento histórico con ella. De esa manera, decenas de miles de brazos alzados, celulares y carteles fusionados en un solo gesto que se convirtió un espectáculo en sí mismo. Era la imagen de una ciudad orgullosa de sí, de su historia y de su nueva generación de artistas. La ovación fue interminable y el eco de su nombre quedó flotando mucho después de las 21, cuando la fiesta oficial terminó, pero el show emocional siguió en cada corazón.
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Al finalizar el espectáculo, Rosario todavía vibraba. En cada familia, en cada grupo de amigos regresando por calles todavía cortadas, se compartían videos, lágrimas y selfies llenas de brillo. Los vendedores ambulantes ya habían agotado todo su merchandising y, en las plazas, algunos no querían dejar de cantar. Así, Nicki Nicole se convirtió en símbolo vivo de su propio hogar: un puente entre el pasado y el futuro, entre el barrio y el renombre mundial, entre la emoción verdadera y la certeza de que, cuando una artista vuelve a casa y su ciudad la abraza, la felicidad se hace música ante los ojos de todos.